domingo, 1 de enero de 2012

EL VESTUARIO ABIERTO (Y IV): LOS OTROS DIOSES DEL ESTADIO




Los deportistas de élite que juegan en un equipo conviven juntos muchas horas, entrenan, se duchan, y guardan una estrecha relación de camaradería. Si alguno de ellos es gay y no lo admite,  rompería el ‘código del vestuario’. Pero ¿y si lo dice? Igualmente lo rompería. De alguna manera ha hecho ver a sus compañeros que es distinto, que sus sentimientos no son los de ellos, y que el abrazo a un compañero podría interpretarse de otra manera. No todos ellos estarían dispuestos a apoyarle en estas circunstancias, y algunos hasta le hundirían, si pudieran. Esta es una de las tristes caras de la homofobia deportiva.

Otro factor determinante del silencio que se cierne sobre los estadios es el miedo a perder el apoyo del público. Un atleta de élite sin público no es nadie, sobre todo si se trata de deportes de masas, en los que los jugadores se comportan a menudo como estrellas de la pantalla. Esto resulta evidente en casos como el fútbol, el béisbol, el baloncesto o el rugby, donde son contadísimos los jugadores que se han confesado gays. Y, cuando lo han hecho, ha sido al término de su carrera, so pena de sufrir el desprecio de los demás o, peor aún, el olvido. 

 Dieux du Stade

 Ian Roberts



 Mark Bingham



Chicos duros


El rugby es el prototipo de deporte hecho a la medida de los tipos duros. Como afirma Serge Simon en su libro Diccionario absurdo de rugby (París, 2006), este deporte esta basado en los valores arcaicos sobre lo masculino y la eliminación de cualquier rasgo de femineidad. Sin embargo, su imagen se ha dulcificado últimamente gracias a las series de almanaques editadas con el título de Dieux du Stade (Los Dioses del Estadio), donde los jugadores de la selección francesa quedan inmortalizados ligeritos de ropa y en actitudes francamente homoeróticas. El hecho de que el 90% de sus compradores potenciales sean hombres ha alimentado la necesidad de que año tras año, estas series fotográficas hayan ido desembocando en un homoerotismo cada vez más acentuado. Sin embargo, una cosa es la ficción y otra la realidad. Porque en un deporte como el rugby pocos son los que se atreven a salirse de la norma, al menos fuera del juego.

En el año 1991 el australiano Ian Roberts fue el primer rugbier que hizo pública su homosexualidad. En las antípodas de lo que era habitual dentro de la vieja Europa, Roberts salió del vestuario cuando aún estaba en activo. Había comenzado su carrera deportiva en 1986 y siguió en la brecha durante doce años más. Tras dejar la pelota oval, Ian desarrolló una discreta carrera como modelo y actor televisivo. Nunca sufrió el rechazo de sus compatriotas después de su outing. Como otro rugbier profesional norteamericano, Mark Bingham, un gay comprometido con la causa LGTB y hombre de acción. Llegó a correr en los Sanfermines de Pamplona y murió cuando viajaba en uno de los aviones de la tragedia del 11-S de 2001.

Mucho más notorio ha sido el caso del ex capitán del equipo de Gales Gareth Thomas, toda una institución en su país. Nadie podía imaginar que un jugador de tanto prestigio en el deporte del balón ovalado fuera homosexual. Pero lo era, y durante 19 años ocultó este detalle, por temor a echar a perder su carrera. Esta decisión la tomó Gareth a los 35 años, desvelando su secreto mejor guardado, primero a su entrenador, y tres años después, en 2009, al diario Daily Mail, con la esperanza de que hacerlo no afectara al futuro de su profesión. “No quiero ser conocido como un jugador de rugby gay. Primeramente soy jugador de rugby”, afirmaba en aquella entrevista. Gareth considera su outing como una liberación, abandonando así la doble vida que había sufrido hasta entonces, aunque lo que peor llevó fueron las mentiras que contaba a su mujer para escaparse a los locales de ambiente. La frustración que a veces sentía le hacía ser más agresivo en el juego. El pasado 9 de julio de 2011, Gareth jugó su último partido como profesional.


 Roy Simmons


 David Kopay

 Esera Tuaolo


Superbowl arco iris


El fútbol americano, una variante del rugby que hace furor en América del Norte y algunos países de Oceanía, y que se caracteriza por la dureza de las entradas y la contundencia de las jugadas, también cuenta con deportistas de primera fila que confesaron su homosexualidad. Lo hizo el ya fallecido Ed Gallagher,  delantero del equipo de la Universidad de Pittsburg, que, tras un intento de suicidio, quedó parapléjico al saltar de un muelle en 1985, debido a la confusión que le produjo su primer encuentro sexual con un hombre. Menos conocido fue  Roy Simmons, delantero de los Giants de Nueva York y los Redskins de Washington, que ‘salió del vestuario’ en 2004, en una entrevista concedida al New York Times, o Greg Congdom, que en el año 1998 sufrió las amenazas de sus compañeros, tras saberse que era gay. David Kopay, jugador americano de los Lions, los Redskins, los Saints y los Packers entre 1964-72, al igual que hicieron otros deportistas como él, aprovechó su fama para desembuchar toda la verdad sobre su vida en el libro The David Kopay Story (1976). Allí, no sólo confesaba abiertamente su homosexualidad, sino que criticaba duramente la homofobia en el deporte de su país.

El caso más representativo de un deportista gay en el fútbol americano lo constituye el gigantón hawaiano Esera Tuaolo. Tuaolo fue defensa destacado en diversos equipos de la superbowl. Su ‘salida del vestuario’ se produjo en el año 2002, poco después de finalizar la carrera como profesional. Esera llegó a confesar que tenía frecuentes pesadillas por temor a que se conociera su secreto mejor guardado. Hoy vive en Minneapolis con su pareja y sus dos mellizos adoptados y se dedica al teatro y a la música.


 John Amaechi



La última canasta de Amaechi

El caso del pívot británico John Amaechi es uno de los más insólitos de entre cuantos destacamos aquí. De hecho, se trata del único jugador de la NBA que se ha reconocido gay en plena madurez de su carrera profesional. De padre nigeriano y madre británica, este gigante mestizo, que jugó en equipos tan prestigiosos como los Cleveland Cavaliers, Orlando Magic y el griego Panathinaikós, hizo pública su homosexualidad en el año 2007, con gran estupor de compañeros y seguidores. Recibió algunas muestras de apoyo personal e institucional, como el doctorado honorario por la Universidad de Manchester. Hoy se dedica al activismo gay y a denunciar la homofobia en deporte, como denuncia en su libro Man in the middle (2007), donde relata lo duro que fue vivir su condición sexual en un mundo como el de la NBA y cómo tuvo que refugiarse en los clubs nocturnos gays para evadirse de una realidad que le asfixiaba cada día.

El voleibol, hermano menor del baloncesto, también ha abierto alguna vez sus vestuarios. Juan Pablo Calderón, jugador norteamericano de origen costarricense, ha sido un ejemplo de outing dentro del deporte de élite. Tras confesarse gay, Calderón abandonó la cancha y se pasó a la pasarela, con tanta fortuna, que en la actualidad se le conoce más como modelo que como deportista. Nacido en 1975 en Santa Mónica, estudió en la Universidad Estatal de California, con cuyo equipo de voleibol compitió durante varios años. Tras participar en una edición estadounidense de Supervivientes (Survivor: Cook Islands), Calderón pasó a filmar otros reality shows y en uno de ellos salió públicamente del armario. Ha sido portada de la revista Instinto (2007).

 Billy Bean

El béisbol se destapa

Glenn Burke fue el primer jugador de béisbol profesional que declaró ser abiertamente homosexual. Lo hizo en 1985, dos años después de su prematura jubilación. “No pueden decir que un jugador gay no puede jugar en la liga. Yo soy gay y lo hice”, declaró en una entrevista. Jugó con los Dodgers de Los Ángeles y los Athletics de Oakland. En 1995 murió de sida, tras un accidente de tráfico que le dejó trastornado, cayendo en un retiro donde se codeó con un mundo de delincuencia, promiscuidad y drogas. Poco después, Billy Bean, el niño mimado de la gran liga de béisbol americana, confiesa su homosexualidad para sorpresa de muchos. Jugaba para los Tigers de Detroit. En su libro Going the other way, la estrella de la base relata con valentía la angustia vivida en su encierro personal y los momentos más amargos de su existencia. Hoy, Bean vive con su pareja en Miami, donde el jugador lucha por la defensa de los derechos de los gays.

La escritora Patricia Nell Warren ha analizado la personalidad de Jim Bouton, un antiguo pitcher de los Yankees neoyorquino y autor del libro Ball Four (‘Cuarta bola’, 1970). El libro levantó una gran polémica, desacralizando el deporte nacional americano, lo que provocó la retirada profesional de Bouton. Entre los muchos mitos que este libro derribó sobre el béisbol hay uno que tiene que ver con la evidencia de una cierta atmósfera gay en torno a este deporte. Por aquel entonces resultaba insólito hablar de los escarceos homosexuales de los jugadores de béisbol, algunos engañando a sus mujeres, entre otras muchas confidencias consideradas tabúes. Ello, puesto en boca de un heterosexual como Bouton, poesía un valor añadido innegable. Casi 30 años después, el árbitro de la Liga Nacional de Béisbol Dave Pallone  contribuiría a corroborar las tesis de Bouton, con la publicación de una cándida autobiografía titulada Behind the mask (‘Detrás de la máscara’, 1999). En ella, tras las injustas acusaciones de pederastia que padeció, confesaba su homosexualidad, como también la confesó poco después el también árbitro Tyler Hoffman, que abandonó el deporte para ‘salir del vestuario’ en el año 2002.


 Charles Barkley y su esposa

La cara y la cruz


El libro de Jim Bouton nos da pie para hablar de la defensa que un puñado de deportistas heterosexuales han mantenido a favor de la aceptación de personas gays en el deporte profesional. El caso más reciente ha sido, sin duda, el del ex alero de baloncesto Charles Barkley, quien ha comentado con naturalidad que nunca le ha importado lo más mínimo compartir vestuario con hombres gays. Barkley, quitando importancia a la homofobia en el deporte profesional, ha declarado lo siguiente:“Todos los jugadores han jugado con chicos gays y el que diga que no, es idiota… Me molesta cuando oigo a periodistas y deportistas en televisión diciendo: ‘Ningún chico puede salir del armario en un deporte de equipo. Se volverían locos’. Pues dejadme decir lo que pienso: prefiero tener un chico gay que sepa jugar, que un heterosexual que no sepa jugar”.

Sean Avery, un jugador canadiense de hockey sobre hielo milita en el equipo de los Rangers de Nueva York, es una bestia de la liga profesional americana. Sus golpes sucios y provocaciones a sus rivales, tan frecuentes en este deporte, le han hecho célebre. Pues bien, hay que decir que, fuera de la cancha Avery, que es heterosexual, milita en la causa por conquistar la igualdad de derecho al matrimonio para LGTB.

La cruz de la moneda la integran personas de la catadura moral de la estrella de la NBA de baloncesto Tim Hardaway, con unas manifiestas declaraciones de un alto contenido homófobo. Hardaway, que ha sido sancionado por este motivo, confesó que nunca jugaría con un tipo como John Amaechi, porque odia a los homosexuales. Sorprendentemente, el propio Amaechi ha restado importancia a estas declaraciones, afirmando irónicamente que Hardaway había sido sincero en sus declaraciones y que se trataba de un problema de educación y sensibilización social.




Fútbol y homofobia

El fútbol es probablemente uno de los deportes en los que la visibilidad de la homosexualidad masculina es más infrecuente. Sin embargo, en los últimos tiempos son muchas las especulaciones que circulan sobre el hecho de que tal o cual jugador ‘entiende”. Estos comentarios no sólo proceden de las filas de seguidores gays, sino también desde las gradas mayoritarias de aficionados. Las mismas figuras del balón  a veces alimentan esta rumorología con sus actitudes, sobre todo dentro del terreno de juego.

La revista italiana GQ llegó a la conclusión de que no hay homosexuales en el fútbol, después de que un periodista se infiltrara durante tres días en los vestuarios de la Fiorentina. Pero esto no es creíble bajo ningún concepto, y no sólo porque tres días nos parece un tiempo demasiado corto como para que experimentos de este tipo tengan una cierta fiabilidad. Sin salirnos de Italia, un jugador anónimo que milita en la Lega Pro del calcio ha movido los cimientos del mundo del deporte con sus declaraciones en las que afirma que en sus horas libres ejerce de chico de compañía y que entre sus clientes figuran jugadores de equipos de primera división, algunos de ellos incluso internacionales.


 Piqué con Ibrahimovic

Yoann Gourcuff

Rumores y desmentidos

Rumores aparte, nunca en la historia del fútbol un deportista profesional ha declarado ser gay estando en activo. Esto lo dice todo, si bien hay algo que no cuadra. Según el diario británico The Guardian, la Universidad de Staffordshire ha realizado un estudio que, tras entrevistar a 3000 personas relacionadas directamente con el fútbol (entrenadores, aficionados, árbitros y, por supuesto, jugadores), ha llegado a la conclusión de que más de la cuarta parte conoce personalmente a un jugador gay, aunque ninguno de ellos haya dado el paso de hacerlo público. Este estudio revela, igualmente, que el 80% de los encuestados se declara tolerante y aboga por una mayor sinceridad y apertura en sus ídolos del balón.

Sin embargo, los futbolistas homosexuales tienen miedo de que se sepa lo que realmente son. Según publica el Financial Times británico, en Alemania tres jugadores de la selección nacional de fútbol se han declarado gays, aunque su identidad permanece en el anonimato más absoluto. En España, los rumores se han cernido ocasionalmente sobre algunos jugadores inmortalizados en poses sospechosas. Casos como los de Piqué e Ibrahimovic o Guti y su especial amistad con la transexual Bibiana Fernández fueron seguidos de los correspondientes desmentidos personales, poses junto a guapas modelos o piropos lanzados a las periodistas, pero también recibidos en los estadios contrarios con cánticos a ritmo de “¡maricón, maricón!”.

Por su parte, en la vecina Francia la prensa ha barajado a veces la homofobia como una de las causas de la ruptura interna de la moral del equipo azul en los últimos mundiales. Algunos ejemplos: el icono Yoann Gourcuff, que estuvo a punto de aparecer en la portada de la revista gay Têtu, o el dúo formado por Anelka y Ribery, los 'machitos' del fútbol francés. Las aguas tornaron a su cauce, pero la incógnita sigue abierta en muchos frentes…

 Justin Fashanu

 Yoann Lemaire

 Anton Hysén

héroes y mártires

Pese a ello, la homosexualidad en el fútbol sigue siendo tabú, como afirma Corny Littman, homosexual reconocido y presidente del club St. Pauli de Hamburgo, aunque la fiebre mundialista ha creado grupos de aficionados gays.  Littman, que compara los clubs de fútbol con las asociaciones de cazadores, llegó a decir en una ocasión: “Soy tan fiel a mi club como infiel soy a mis amantes”. El alemán afirma que en la Bundesliga hay homosexuales, aunque no recomienda en absoluto hacerlo público. Como vemos, la aceptación de la homosexualidad en el fútbol profesional presenta un panorama bastante desalentador.

No siguió sus consejos Yoann Lemaire, futbolista que desde los 14 años militaba en el F.C. Chooz, un modesto equipo de la liga regional francesa. Lemaire tuvo que abandonar su equipo en el año 2009  tras confesar su homosexualidad, abrumado por los insultos de sus propios compañeros. Antes que él, sólo dos futbolistas hicieron una proeza parecida. Anton Hysén, futbolista sueco que milita en la cuarta liga y que anteriormente jugó con la selección nacional sub 17 de su país, confesó ser gay en la revista Offside, lo que levantó un gran revuelo mediático. EL guapo Hysén ha actuado como presentador y modelo.

El británico Justin Fashanu (1961-1998) fue el primer futbolista de élite que hizo outing estando en activo. Fashanu jugaba en el Nottingham Forest y otros equipos de la liga escocesa, siendo el primer futbolista de color traspasado por nada menos que un millón de dólares. Tras el reconocimiento público de su homosexualidad, en 1990, el futbolista militó en diversas escuadras, aunque cada vez más personas le daban la espalda, como hizo su propio hermano el también futbolista John Fashanu. Rondaba el año 1998. Durante una estancia temporal en los EE.UU Justin fue acusado de agresión sexual por un chico de 17 años. Aunque la policía abandonó el caso por falta de pruebas, el mundo ya le había condenado antes de juzgarle. Abrumado, el jugador acabó suicidándose en mayo de ese mismo año.

 
 Mario Gómez


Marcus Urban



Un tímido destape

No obstante lo visto anteriormente, hay que decir que, frente a la homofobia futbolística secular, se alzan algunos ejemplos de tolerancia por parte de estrellas deportivas heterosexuales que son dignos de tener en consideración. Algunas estrellas, como David Beckam, se han prestado a este juego para convertirse en auténticos iconos gays, y el futbolista hispano-alemán Mario Gómez, que milita en el Bayern de Munich ha instado a sus compañeros a salir del armario, para así poder jugar con la tranquilidad que les otorga la liberación personal por este asunto.

Recientemente, en abril del 2011, el Parlamento alemán ha estudiado el tabú de la homosexualidad en el deporte, en una comisión a la que ha comparecido el ex futbolista Marcus Urban. Urban, que hizo pública su homosexualidad en el año 2007,  ha declarado que ”la discriminación que sufren numerosos deportistas homosexuales es un símbolo de otras discriminaciones que existen en la vida de cada día y en el trabajo: por su orientación sexual, no pueden vivir la vida que les gustaría vivir”.  La comisión se lamentó de que el fútbol masculino fuera particularmente homófobo, sobre todo en lo que se refiere a la actitud de los hinchas.





Play off

Como hemos podido comprobar a lo largo de estos cuatro fascículos, en los que hemos dividido este denso capítulo dedicado a El vestuario abierto, no corren vientos favorables que inviten a los deportistas de élite a confesar su homosexualidad. Pese a ello, merece la pena destacar los nombres de un puñado de valientes que, con matices, y casi siempre al final de su carrera deportiva, actuaron de avanzadilla, sufriendo en carne propia los estigmas de la homofobia por parte del público, de los directivos e incluso de sus propios compañeros de equipo. El ‘código del vestuario’ no puede romperse bajo ningún concepto, aunque a veces los propios deportistas den lugar a ciertos malentendidos, adoptando comportamientos ambiguos cara al público. Pero, al parecer, los besos y los abrazos, incluso algunas actitudes que traspasan la simple camaradería, forman parte de un espectáculo sólo permitido dentro del césped.


 




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