miércoles, 1 de febrero de 2012

AQUELLOS RUDOS VAQUEROS DE GEORGE QUAINTANCE





Para el vaquero más guapo del mundo, en su 23 cumpleaños. I love you, Frank...


EL ORIGEN DE LA ILUSTRACIÓN GAY 


Antes de que el director Ang Lee llevara a las pantallas el filme Brokeback Mountain, recreando aquel hermoso idilio entre dos rudos cowboys, un ilustrador norteamericano ya se le había adelantado medio siglo, al representar en sus cuadros escenas del Lejano Oeste más homoerótico. Y, cuando en toda marcha del Orgullo Gay, que se precie, chicos atléticos se disfrazan de vaqueros, no hacen sino seguir un estereotipo masculino consagrado en la iconografía gay contemporánea por ese mismo ilustrador. Su nombre: George Quaintance, también conocido en sus comienzos por el pseudónimo de George Quintana. Su mérito: haber sabido crear un afortunado estereotipo de hombre rudo y varonil, dirigido al público homosexual, sin renunciar a la estética gay.

En la pacata sociedad de posguerra en los EE.UU., al varón homosexual no le resultaba fácil encontrar en la iconografía al uso patrones adecuados con los que sentirse identificado. Tampoco era posible hallar ilustraciones dirigidas al consumo de un emergente y cada vez más amplio colectivo gay, que no resultaran escandalosas para la población mayoritaria y, por ese motivo, censuradas sin contemplaciones. Así, el hombre gay americano se veía obligado al consumo de revistas dedicadas al deporte y al culturismo. El mérito de Quaintance fue, precisamente, conseguir con sus ilustraciones burlar la censura, renunciando a la representación de ese hombre lánguido, de estética marica y poses afeminadas, en favor de otra clase de tipo, más duro y musculoso, e insertarlo con naturalidad en el universo peculiar de los cowboys y los rudos marineros. Nada sospechoso había en representar a esta clase de desnudos, o “físicos masculinos”, como a él gustaba llamarles. Y, sin embargo, Quaintance consiguió crear a través de ellos un nuevo arquetipo gay, recuperado y difundido, con mayor libertad de expresión, por grandes dibujantes de la talla de Touko Laaksonen (‘Tom of Finland’), e inspirando a cineastas como Rainer W. Fassbinder.





 G. Quaintance - Sunrise Bill Bredlau (1953)


ENTRE PICASSO Y NIJINSKY

George Quaintance había nacido en una granja del condado de Page, estado de Virginia (EE.UU.), el 3 de junio de 1902. Sus padres, humildes campesinos, intuyeron las inquietudes artísticas de su único hijo varón (Nannie era su hermana mayor). George pintaba como los ángeles desde muy temprana edad y George y Ella Belle no sólo fueron conscientes de ese don, sino que lo fomentaron, algo sorprendente, teniendo en cuenta el entorno rural en el que vivían. Le compran pinceles y otros materiales para dibujar y animan a su hijo para que siga adelante en ese empeño. 

A los 18 años consigue ingresar en el prestigioso centro de arte de Nueva York, Art Students League, donde recibe clases de maestros tan importantes como Robert Henri, fundador de la Escuela Ashcan, o el expresionista Max Weber. Aunque mostraba un enorme interés por el dibujo y la pintura, George se decantó por desarrollar otras aptitudes que tenía en el terreno de la danza, una de sus pasiones. Con su trabajo en empresas de publicidad consigue pagarse las clases con algunos grandes bailarines rusos emigrados a Nueva York. En 1928 recibe lecciones de la rusa Sonia Serova, que se convierte en gran amiga suya, y participa en las giras de un grupo de danza-vodevil llamado The Collegiates. Años después conocerá a la bailarina clásica Miriam Chester, con quien formaría pareja profesional y a quien haría su esposa. La relación profesional y personal con ella fue muy breve y un año después acabará en divorcio.



G. Quaintance - The Baptism of John (1937)




G. Quaintance - The Baptism of John (detalle)



CAMBIO DE RUMBO

Desde la adolescencia, Quaintance nunca dudó de su homosexualidad. Su breve y único matrimonio con una mujer se debió probablemente a razones profesionales o coyunturales. En 1938 conoce a Víctor García, un apuesto portorriqueño, que se convertiría en modelo, socio y compañero sentimental durante el resto de sus días. Aunque a veces se dejó llevar por escarceos con otros amantes hispanos circunstanciales, Víctor fue, sin lugar a dudas, el hombre de su vida. A pesar de ello, el artista siempre llevó con discreción sus gustos sexuales, que sólo conocían sus allegados y personas más próximas en su adorada Virginia, que se convierte en lugar recurrente donde sentirse a gusto consigo mismo y con sus sentimientos. Allí volvió en reiteradas ocasiones durante los años 30 y comienzos de los 40, para dirigir espectáculos de baile y música locales. En 1933, convencido por su madre, a quien adoraba, pintó un mural para el baptisterio de la iglesia de Stanley, donde ella vivía. En el mural figura un joven rubio a los pies de Cristo, que representa al mismo Quaintance, en el que sería su primer autorretrato.

En 1938 pasa una temporada en su pueblo con Víctor. Poco después George decidiría dar un giro a sus actividades artísticas, probando suerte en campos tan distintos como la fotografía, la escenografía, el interiorismo, el escaparatismo, el maquillaje o la peluquería de diseño, siempre vinculados al diseño y a la moda. Y no debió hacerlo tan mal, cuando al poco tiempo ya eran célebres los peinados que había creado para Gloria Swanson, Marlene Dietrich y otras muchas actrices de Hollywood, a quienes, en cambio no llegó a tocar un solo pelo de sus cabellos. Aprende fotografía de la mano de artistas neoyorquinos, como Lon Hanagan (más conocido como ‘Lon of New York’), pionero de la escuela beefcake de fotografía, quien, además, toma como modelo al mismo amante de Quaintance, Víctor García. 

Mientras tanto, George sólo mira a las mujeres y a personajes importantes, celebridades a quienes fotografía con bastante éxito. También dibuja chicas ligeritas de ropa en portadas de revistas sobre cine y cómic, tales como Movie Humor, Tempting Tales o Gay French, donde en 1937 era el mejor pagado de sus colaboradores. Sus dibujos femeninos le ayudan a adquirir cierta reputación como ilustrador y a ingresar en el club de los elegidos. Sin embargo, su obra más interesante aún estaba por llegar…



G. Quaintance - Fountain of youth (1956)


IT’S RAINNING MEN!

A sus 40 años George Quaintance aún no había desarrollado profesionalmente aquella faceta artística que le haría pasar a la posteridad, dibujando hombres desnudos. Para tal propósito se traslada a Los Ángeles en 1948, donde escribe, ilustra y fotografía para varias revistas de culturismo físico. La primera ilustración que realizó en 1947 para la portada de una revista de prestigio, Physique Pictorial, fue el ensayo de un estilo propio, genuino, cercano al cómic y un tanto naíf, que perfeccionaría intensamente durante los seis años en que colaboró con esta publicación. Allí representaba a un joven semidesnudo de pie junto a un caballo semental, creando la imagen del hombre perfecto. El éxito que tuvo esta ilustración fue el embrión de su obra pictórica posterior, que iría desarrollando en el estudio Quaintance Fine Arts de “Rancho Siesta”, en Phoenix (Arizona), a donde se desplazaría con su novio Víctor en 1952. Fue allí donde instaló su laboratorio de pintura en el que insuflaba vida a sus series de hombres perfectos, inspirados en la mitología clásica, el mundo de los indios y vaqueros o el de algunas profesiones vinculadas al fetichismo gay, como la de marinero. En menos de 6 años llegó a terminar unos 60 inmensos óleos sobre tela.


G. Quaintance - Preludio, 1952 (de la serie dedicada a Ángel Ávila)




G. Quaintance - Eduardo (1954)


Corría el año 1953 y Quaintance conoce a un guapo torero, Ángel Ávila, y comienza con  él una corta relación, de las muchas que tuvo con amantes hispanos, al margen de Víctor García. Fruto de esta aventura es la serie de tres cuadros que le hizo, titulados ‘Preludio’, ‘Gloria’  y ‘Moribundo’, que parecen reflejar las tres etapas por las que transcurrió su corta relación con el matador de toros mexicano. Tras él vino Eduardo,  otro hispano de quien se enamoró, y cuya piel aceitunada posó para él como modelo en sus series sobre indios, realizadas en 1954.



G. Quaintance - Night in the desert (1951)


PENES OCULTOS

Si en el siglo XIX dos hombres podían representarse juntos, pero nunca desnudos, en la primera mitad del XX dos o más hombres podían aparecer desnudos, pero nunca juntos. Esta fue posiblemente la lección que aprendió George Quaintance para infundir a sus pinturas ese innegable aire homoerótico que, al mismo tiempo, las mantuvieron alejadas del punto de mira de la censura. Aunque en un primer momento pinta hombres solos, en una segunda etapa se atreve a reunirlos como Dios los trajo al mundo en espacios abiertos y lugares íntimos, en establos o junto al fuego; escenas que desprenden una franca camaradería, pero en cuyo ambiente flota una innegable tensión pasional. La utilización de estos escenarios idílicos, ajenos al ajetreo cotidiano, también contribuyó a ‘normalizar’ sus dibujos y pinturas. Rudos cowboys, semidioses y héroes de la antigua Grecia, indios salvajes, matadores de toros, marineros y atletas de musculatura señalada, igual que los deportistas del momento, hicieron el resto. Eran leitmotif y sello de su personal estilo de ilustrar y, al mismo tiempo, una magnífica forma de dar rienda suelta a sus más íntimos deseos.

Coincidiendo con el auge de la conciencia gay en los Estados Unidos, Quaintance y García se dedicaron por entero a comercializar sus fotografías en blanco y negro y dibujos de hombres desnudos, que nunca mostraban sus genitales, tan sólo intuidos bajo unos apretados pantalones o disimulados por fuentes de agua, telas o ramas de árbol estratégicamente situadas. Su homoerotismo no se consideraba pornográfico, lo cual, aunque le apartaba de los mercados artísticos convencionales (sólo llegó a exponer una vez en su vida), al menos le permitía exhibir sus obras en lugares poco convencionales. Al parecer, la censura nunca le puso trabas.



G. Quaintance - Thunderhead (1951)


La habilidad de Quaintance por burlar las restricciones de los censores ha sido la principal cualidad de su estilo artístico, junto al acierto de crear un estereotipo pictórico profundamente gay. Ninguna objeción podía hacerse a unos cuadros en los que hombres viriles y atléticos convivían desnudos en espacios abiertos y salvajes, o en lugares idílicos o rurales, donde la masculinidad en estado puro no podía ser tachada de pornografía. Y todo ello a pesar del intenso homoerotismo que palpita en ellos, cuya lectura es fácil detectar a través de los gestos y actitudes de los protagonistas, que cualquier homosexual podría interpretar como evidentes rasgos de intimidad y de complicidad. Tal y como define perfectamente Lola Huete en su artículo publicado en el diario El País (4.07.2010), los machos Quaintance componen “piezas de relaciones eléctricas entre varios… Hombres con hombres entre los que hay relación sentimental, no sólo sexo. Sus personajes se miran, se ofrecen y prometen el uno al otro, se desean”.



G. Quaintance - Saturday Night (1954)



AUTORRETRATO DE UN NARCISISTA

Otra característica que los críticos han resaltado especialmente en la personalidad artística de George Quaintance ha sido su peculiar narcisismo. Desde que pintara el mural de la iglesia de su pueblo, Quaintance ha querido muchas veces inmortalizar su propia figura dentro de sus cuadros y frecuentemente dentro de los espacios agrestes donde se desenvolvieron sus primeros años de vida. Su egolatría está presente en pinturas como Night in the Desert (‘Noche en el desierto’, 1951), donde la figura del vaquero rubio guarda una gran semejanza con el cuerpo atlético que el mismo Quaintance había cuidado en plena forma física desde el final de sus carrera como bailarín. En Saturday Night (‘Sábado noche’, 1954), un rubio alter ego de George se apoya en la barra de un bar rodeado de tres morenos cowboys de aspecto latino. Su vanidad y presunción, que le llevaron a usar finas pelucas rubias cuando su pelo comenzaba a escasear y a buscar la juventud eterna, haciéndose pasar por un hombre diez años menor, forman parte inseparable de su obra, y probablemente contribuyeron a hacerla más personal si cabe.

Los dibujos de Quaintance comenzaron a llenar las revistas y fascines de toda Norteamérica. Physique Pictorial, Adonis, Grecian Guild Pictorial, Olimpic Arts, Vim, Demigods o Young Physique, especializadas en el deporte, en realidad eran publicaciones homoeróticas encubiertas, dirigidas al público gay, que eludían las leyes anti-porno gracias a su defensa del ideal de salud física masculina. En 1954, las obras de Quaintance llegan a Europa y se publican en la revista suiza Der Kreis, una de las primeras abiertamente gays de la historia. El ritmo de trabajo en el estudio de “Rancho Siesta” comienza a ser frenético y el equipo de Quaintance, formado por Víctor García, el guapo Eduardo y un nuevo compañero rubio, llamado Tom Syphers, no da abasto para atender los incontables pedidos y encargos de particulares y publicaciones.

Sin duda fue el estrés al que estuvo sometido el artista desde 1956, unido al consumo de Benzedrina, lo que provocó su muerte prematura, cuando aún tenía 55 años. Un paro cardiaco le llevó a la tumba, un 8 de noviembre de 1957. Fue incinerado en su tierra natal y enterrado en el Forest Lawn Memorial Park, Glendale, California (para quienes deseen visitarle, sus restos descansan en la sección Deventide, lot 2116, espacio 1). Sus propiedades fueron heredadas por Víctor García y Tom Shyphers. 

Desde su habitación del hospital de Los Ángeles, donde murió, George Quaintance dejó este mundo, para quedar por siempre dentro de sus pinturas. Él, probablemente sin saberlo, ya había preparado para sí un sitio especial en sus lienzos, junto a los hombres a los que tanto había amado en vida.



G. Quaintance - Moribundo (1952)


UN LEGADO PARA EL MUNDO

La obra de Quaintance abarca más de sesenta óleos e incontables dibujos y fotografías que se custodian en colecciones privadas de todo el mundo. Sus mejores piezas fueron recogidas en un catálogo que bajo el título de The Art of George Quaintance, fue editado por Volker Janssen. Más recientemente, el libro Quaintance, editado en español en el año 2010, recoge aportaciones escritas sobre su obra y recopiladas por Dian Hanson junto a Reed Massengill para la editorial Taschen.

Un año antes de su muerte, George Quaintance nos hablaba sobre su vida y su obra en una entrevista publicada para la revista Grecian Guild Pictorial. Allí sus palabras reflejaban las presiones que tuvo que sufrir en su infancia a costa de su homosexualidad, su sensación simultánea de pertenencia y aislamiento en su entorno familiar y personal. Todo aquello que le llevó a expresar sus sentimientos a través del arte, en una búsqueda constante de paraísos lejanos y fantásticos, mitologías perdidas, pueblos y razas en estado puro y salvaje, a través de los cuales quiso representar su pasión por los hombres y por el cuerpo masculino en todo su esplendor. Y, lo que es más importante aún, supo convertir este legado en arquetipo y mito para el arte gay, como eslabón imprescindible para comprender mejor la historia de la ilustración y el erotismo.








“Pinto el mundo que veo, mientras lo eclipso y suplanto con mis emociones, mis creencias y mi cultura” (G. Quaintance)




PARA SABER MÁS:


Reed Massengill y Dian Hanson, The Art of George Quaintance, Taschen, 2010.
   
Lola Huete Machado, Pionero de una estética gay, El País, 4 de julio de 2010. http://www.elpais.com/articulo/portada/Pionero/estetica/gay/elpepusoceps/20100704elpepspor_4/Tes

La obra de George Quaintance (galería de fotos), El País, 4 de julio de 2010.

http://georgequaintance.com/

http://gquaintance.blogspot.com/







GALERÍA TEMÁTICA:

A) COWBOYS


GQ Havasu Creek (1948)




GQ Young Stallion (1951)




GQ After the storm (1951)




GQ Morning in the desert (1952)




GQ Trial by combat (1952)




GQ Siesta (1952)




GQ The Bandit (1953)



GQ Moonlight (1953)




GQ Navajo (1953)





GQ Sunset (1953)




GQ After the hunt (1954)




GQ Lake Apache (1954)





GQ Red dust (1955)




GQ Rodeo Victor (1956)




GQ White captif 



GQ Noise in the night (1951-52)



B) CULTURAS ANTIGUAS:


GQ Aztec sacrifice (1952)


 

GQ Egyptian wrestlers (1952)




GQ Idyl (1952)





GQ Pyramid builders (1962)




GQ Slave market (1952)




GQ Primitive man (1953)




GQ Bacchant (1956)




GQ Baths of Ancient Rome (1956)




GQ Spartan soldiers bathing (1956)



GQ Hercules (1957)




GQ Apollo (1957)



C) MARINEROS:




GQ Point Loma (1952)



GQ Shore leave (1952)



GQ Coral reef (1956)





GQ Sunlit depths (1956)



D) VARIOS:


GQ Orpheus in Hades (1952)




GQ Preludio (1953)



GQ Gloria (1953)




GQ The falconer (1957)


D) FOTOGRAFÍAS:





E) PORTADAS:














 






6 comentarios:

  1. Maravilloso trabajo sobre Quintance... una pena no poder ver más de sus trabajos y que haya muerto tan pronto... Y pensar que hoy en día no hay practicamente ningun artista que pueda revindicar hoy lo que en su día hizo Quintance... Una pena...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues cuánta razón tienes,Joss... Pero ahí radica también parte de su originalidad... Gracias pòr leerlo y por decirme que te gusta. Eso anima lo suyo! Un abrazote

      Eliminar
  2. MARAVILLOSO TRABAJO SOBRE QUINTACE.

    ResponderEliminar