miércoles, 1 de mayo de 2013

MAZURCA DE LOS EFEBOS PARA KAROL SZYMANOWSKI





Si Federico Chopin fue el músico polaco más reconocido, Karol Szymanowski es considerado por muchos el padre de la música clásica polaca contemporánea. En sus composiciones se combina el clasicismo romántico y el orientalismo, unido a ciertos rasgos homoeróticos, que hacen de su música algo excepcional. Y es que, a diferencia de otros músicos que amaron a otros hombres, como el ruso Tchaykovsky, la preferencia sexual de Karol Szymanowski quedó plasmada en parte significativa de su legado, especialmente en la música lírica, y también en una sorprendente novela: Efebos. Si a ello añadimos la naturalidad con que vivió su homosexualidad, no sería exagerado calificarle como el compositor de música clásica más gay de todos los tiempos.


Karol Maciej Szymanowski había nacido el 3 de octubre de 1882 en Tymoszówka, localidad situada por aquel entonces dentro del imperio ruso y que hoy pertenece a Ucrania. Stanislav, el padre de Karol descendía de una noble familia polaca y se había casado con la baronesa Anna Taube, de origen sueco, aunque perteneciente a un linaje polaco. Su hogar familiar se había convertido en un reducto importante de actividad musical, donde acudían melómanos de los contornos; el mismo Liszt la había visitado alguna vez. Allí inició el joven Karol su formación como pianista de manos de su padre.

El niño Szymanowski


UN MÚSICO  AUTODIDACTA

A los diez años, sus padres le envían a estudiar a Elizawetgrad en la Escuela de Música de Gustav Neuhaus, y desde 1901 al Conservatorio Estatal de Varsovia, del que más adelante sería director, siendo apartado a la postre por las intrigas de algunos colegas y la homofobia imperante. Aunque recibió clases de armonía y composición de la mano de los maestros Zawirski y Noskowski, hay que decir que, en lo que atañe a su faceta como compositor, su formación fue fundamentalmente autodidacta.

Por aquel entonces Polonia no era precisamente el mejor país para triunfar en la música clásica. Por esa razón, y también por su innegable espíritu expansivo, a partir de 1905 Szymanowski decide ampliar su horizonte y realizar estancias prolongadas en otros países de Europa, y visitar África del Norte, Oriente Medio y América del Norte. Tales periplos musicales, sobre todo los del área mediterránea, influirán de forma importante en su forma de ver la música y en la búsqueda de su felicidad personal.




VIAJERO IMPENITENTE

A sus años de formación siguieron otros periodos fecundos en creatividad, marcados por la I Guerra Mundial, la eclosión vital de los años veinte y la década final de los treinta. Entre 1907 y 1914, Szymanowski viaja frecuentemente a Alemania, Austria, Italia, Francia e Inglaterra. En 1911 visita Sicilia y en 1914 Argelia y Túnez, acompañado de su amigo Stefan Spiess. Al igual que hicieron otros artistas europeos, como el barón Von Gloeden, Oscar Wilde o André Guide, Szymanowski encuentra en los muchachos mediterráneos y el ambiente relajado en el que estos se desenvuelven, una fuente de inspiración para su arte.

Con el estallido de la gran contienda bélica europea de 1914, nuestro hombre se recluye en Tymoszówka, donde se dedica a estudiar y componer con renovada intensidad. Pero, desgraciadamente, en 1917 su casa natal es destruida por los bolcheviques y la familia Szymanowski se ve obligada a trasladarse a Elisavetgrado. Allí, durante los dos años siguientes Karol cambia la partitura por la pluma. Escribe una larga novela, Efebos, en la que expresa con enorme sinceridad sus más íntimos pensamientos y deseos hacia los hombres.

A partir de 1919, Szymanowski se establece definitivamente en Varsovia. Entre 1920 y 1921 viaja dos veces a los Estados Unidos, desde Londres, para una gira de conciertos que tuvieron enorme éxito de público y crítica. Le acompañan para la ocasión su amigo el violinista Pawel Kochański y el pianista Artur Rubinstein. Desde 1924 hasta 1926, el compositor recibe merecido reconocimiento en su Polonia natal, pese a la oposición de la crítica más conservadora. En estos tres años pasa gran parte del tiempo en París, debido al estreno de algunas de sus obras.





INFLUENCIAS

Tres son los periodos por los que discurrió su actividad creadora. Sus primeras composiciones, influenciadas por Frédéric Chopin y Alexander Scriabin, poseen esa clase de lírica dominada por un intenso sentimiento de melancolía, característico de la música romántica. Es en ese momento, a partir de 1905, cuando aquel joven, rico, guapo y talentoso músico se convierte en un apetecible caramelo con que élites de ciudades centroeuropeas, Berlín, Leipzig o Viena, endulzarían sus horas de ocio.

En una segunda etapa, que abarca desde sus primeros viajes fuera de Polonia hasta la revolución rusa, el eclecticismo impregna su obra. Durante estos años Szymanowski entra en contacto con compositores renovadores, como Richard Strauss, Claude Debussy, Maurice Ravel e Igor Stravinsky, pero también descubre el mundo oriental y mitológico, plagado de hedonismo mediterráneo, que llega a fascinarle. Es el periodo más fructífero y original de su carrera, cuando compone su ópera Hagith, y escribe la novela Efebos.

En su última etapa, Szymanowski se reencuentra con sus propias raíces. En una Polonia libre tras la gran guerra, el autor redescubre y reinventa la música polaca autóctona y dedica parte importante de su tiempo a la escritura y el ensayo musicológico. Como hiciera Chopin décadas atrás, Karol compone un ramillete de bellas mazurcas inspiradas en la danza tradicional de su país.

Foto de Jaroslaw Iwaszkiewicz, primo de Szymanowski, inspirada en las poses de Van Gloeden


MÚSICA Y HOMOERÓTICA

Tras sus viajes a las costas mediterráneas, entre los años 1911 y 1914, Karol empieza a celebrar su sexualidad y a reflejarla en su música. Su visita a Sicilia le obliga a cambiar aquella melancolía inherente a su obra inicial, por la alegría incontenible que estará presente en sus composiciones hasta el final de sus días. El imaginario que impregna sus partituras, dibujado por los recuerdos de sus viajes y su vasta cultura bibliográfica, evoluciona desde un lirismo apasionado hasta el éxtasis de un arte cargado de ambigüedad.

Y es que el lirismo en la música del compositor polaco parece no tener rival cuando se trata de expresar los sentimientos del alma enamorada. Evidente es el componente erótico en obras señeras suyas, que llevan impresa la búsqueda de una homosexualidad libre de tabúes. Como ocurre en sus Mitos para violín y piano, en los que se recrean los amores idealizados de los antiguos griegos. O los del Roger de Hauteville de la Sicilia del siglo XII en su ópera Rey Roger (1924), un canto a la libertad sexual y de pensamiento. O las referencias a amores masculinos en la literatura oriental que destilan sus Cantos de Amor de Hafiz. O su Tercera Sinfonía, Canción de la Noche, para tenor solo, inspirada en los poemas del persa del siglo XIII Rumi, donde Dios y amante son la misma persona.

Además, Szymanowski escribió mucha música para piano y violín, como su Sinfonía Concertante, dos Conciertos para violín, Cuatro Estudios, una veintena de mazurcas polacas o las Metopas. En su Stabat Máter (1928), la culpabilidad del catolicismo hacia la homosexualidad aparece dulcificada por un nuevo concepto de cristianismo redentor inspirado en lo apolíneo. Como obras escénicas hay que destacar el ballet Harnasie y la ópera Hagith. En opinión de J. Samson, "Szymanowski no adoptó ningún alternativa minuciosa a la organización tonal... las tensiones armónicas y las distensiones y el fraseo melódico tienen claros orígenes en procedimientos tonales, pero... un marco de base tonal está casi o totalmente disuelto."





SZYMANOWSKI EN ESPAÑA

Corría el año 1928 cuando Szymanowski visita España por primera vez y actúa para la Filarmónica de Bilbao, actuación de la que hay evidencias fotográficas, y en la que, sin duda, interpretaría sus Dos Canciones Vascas, compuestas hacia el año 1020. La segunda y última ocasión en que pisa suelo hispano fue durante el año 1933, en Madrid, para un simposio organizado por la Unesco en la Residencia de Estudiantes, donde también participaron nada menos que Paul Valéry, Miguel de Unamuno y Salvador de Madariaga, entre otros.

Habría que esperar al mes de noviembre del año 2009, para que el Liceu de Barcelona acogiera el estreno en España del Rey Roger (Król Roger en versión original), ópera en tres actos, escrita por Karol Szymanowksi en 1924 junto a su primo Jaroslaw Iwaszkiewicz, que fue estrenada en 1926 en el Teatro Wielki de Varsovia. Dirigida para esta ocasión por Josep Pons y David Pountney, la ópera, basada en la tragedia griega Bachae de Eurípides, reflexiona sobre la libertad sexual y el conflicto entre los ideales cristianos y paganos, siendo la obra en la que se resumen todos los estilos musicales de su autor.

Dos años después esta ópera llegaba al Teatro Real de Madrid, en un polémico montaje del polaco Krzysztof Warlikowsk, que fue recibido con división de opiniones, entre ovaciones y abucheos. Tal vez se debiera a que dicho montaje se apartaba de la tradición escénica, al contener numerosas alusiones a la cultura gay, principalmente al cine de Andy Warhol y Pier Paolo Passolini. Pese a la reacción adversa del público madrileño más conservador, hay que decir que aquel montaje contribuía a generar un paralelismo interesante con los mismos principios que inspiraron la creación de esta ópera, ya que rompía radicalmente con todo lo expresado en el repertorio operístico clásico. Y es que la libertad sexual y la curiosidad por conocer lo inexplorado marcaron las líneas de actuación en las que se gestó esta obra cumbre del genio polaco.




Boris Kochno



LOS AMORES DE KAROL

Como hemos venido comentando, Karol Szymanowski trató de conciliar sus sentimientos hacia los hombres con su actividad vital, incluida la musical. Desde muy joven había ido consignando sus experiencias y reflexiones en poemas y notas guardados celosamente para su novela Efebos, que no se atrevió a publicar por no herir los sentimientos de su amada madre. En este tiempo, hacia 1919, Karol encuentra a su Ganímedes soñado en la persona de Boris Kochno (1904-1990), un refugiado quinceañero procedente de Moscú del que el compositor cae perdidamente enamorado.

Boris era un precoz muchacho, bailarín y escritor en ciernes de origen noble. Él y Karol vivieron un apasionado romance, que finalizó al año, cuando el joven Kochno se hizo también amante de Serguei Diaghílev, el célebre mentor de los ballets rusos. El pianista Artur Rubinstein, amigo de Szymanowski, habla en sus memorias sobre aquel trío tan peculiar en el que un inquieto muchacho se veía flanqueado por dos hombres celosos y seducidos. A la postre Boris Kochno acabaría convirtiéndose en secretario y amante de Diaghílev.

Es fácil suponer que Boris no fue el único amor de Karol Szymanowski. Tras él vendrían otros jóvenes que pasaron fugazmente por su vida, como el actor Witold Conti (1908-1944), pionero del cine polaco en los años treinta, el también compositor Zygmunt Mycielski (1907-1987), el musicógrafo Tadeusz Żakiej (1915-1994) o su propio primo lejano, el libretista y escritor Jaroslaw Iwaszkiewicz (1894-1980). Mucho más duradera fue la relación que tuvo con el joven médico Aleksander Szymielewicz, de la que dan constancia gráfica algunas fotografías de la época. Szymielewicz desaparecería trágicamente en el levantamiento de Varsovia en agosto de 1944.



 Karol Szymanowski y Aleksander Szymielewicz



EFEBOS

Por desgracia, Efebos, la novela en la que Karol Szymanowski plasmó sus sentimientos homosexuales, se perdió en el incendio de Varsovia de 1939 veinte años después de haber sido escrita, aunque su argumento  -los amores masculinos del príncipe Ali Lowicki en Italia- se conoce gracias a un artículo de su sobrino el escritor Ivaszkiewicz. Además, uno de sus capítulos, titulado El Simposio, fue traducido al ruso por Karol como regalo a su joven amante Boris Kochno y publicado en 1981, entre los papeles de Kochno. Años más tarde se traduce al alemán, con el titulo de Das Gastmahl: Ein Kapitel aus dem Roman Ephebos (Berlín, 1993).


Hay que decir que Szymanowski escribió esta novela, de claro acento autobiográfico, en un periodo de crisis creativa personal, debido en parte a que su casa familiar, donde guardaba sus partituras de juventud, había sido destruida por los revolucionarios rusos en 1917. En sus páginas el compositor metido a novelista explora aspectos de la homosexualidad y la religión, con evocaciones de la trama desarrollada en su ópera Rey Roger, igualmente ambientada en Sicilia, que intenta conjugar las estéticas apolínea y dionisíaca con la fe misma.


El tenor Andrzej Stec interpretando al pastor en Rey Roger de Szymanowski (Foto: Damián Siqueiros) 



ÚLTIMO ACTO

En los últimos años de su vida Karol Szymanowski recibió numerosas distinciones. En 1927 le ofrecieron la dirección de los conservatorios de Varsovia y El Cairo. Aunque posiblemente la capital egipcia reunía mejores condiciones para preservar su maltrecha salud por culpa de la tuberculosis, Karol eligió la primera, la ciudad que más amaba. El bienio 1930-31 supuso para el compositor una época de grandes cosechas y triunfos, desde el nombramiento como rector de la Academia de Música de Varsovia hasta la obtención del Doctorado Honorífico en la Universidad Jagiellon de Cracovia, pasando por el estreno en Praga de su Rey Roger o el éxito del ballet Harnasie en la Ópera Garnier de París.

En el año 1937 el agravamiento de su salud le empuja a trasladarse a un sanatorio de Lausana, Suiza, donde fallece al poco tiempo, el 29 de marzo. Poco antes de morir, Szymanowski declaraba que nunca se había arrepentido en su vida de una cosa: de haber amado tanto.






Vídeo presentación de la ópera Rey Roger, de K. Szymanowski en el Liceu de Barcelona



PARA SABER MÁS

Hubert Kennedy. Karol Szymanowski, his Boy-love Novel, and the Boy he Loved. En revista Paidika 3.3 Amsterdam, 1994.

Stephen C. Downes: Szymanowski, eroticism and the voices of mythology. London, Ashgate Publishing, 2003.

Graeme Skinner: Karol Szymanowski. En Robert Aldrich, Garry Wotherspoon (editores): Who's who in gay and lesbian history: from antiquity to World War II. London, Routledge, 2003.




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