Si Federico Chopin
fue el músico polaco más reconocido, Karol Szymanowski es
considerado por muchos el padre de la música clásica polaca contemporánea. En
sus composiciones se combina el clasicismo romántico y el orientalismo, unido
a ciertos rasgos homoeróticos, que hacen de su música algo excepcional. Y es
que, a diferencia de otros músicos que amaron a otros hombres, como el ruso Tchaykovsky, la
preferencia sexual de Karol Szymanowski quedó plasmada en parte
significativa de su legado, especialmente en la música lírica, y también en una
sorprendente novela: Efebos. Si a
ello añadimos la naturalidad con que vivió su homosexualidad, no sería
exagerado calificarle como el compositor de música clásica más gay de todos los
tiempos.
Karol Maciej Szymanowski había nacido el 3 de octubre de 1882 en Tymoszówka, localidad situada por aquel entonces dentro del imperio ruso y que hoy pertenece a Ucrania. Stanislav, el padre de Karol descendía de una noble familia polaca y se había casado con la baronesa Anna Taube, de origen sueco, aunque perteneciente a un linaje polaco. Su hogar familiar se había convertido en un reducto importante de actividad musical, donde acudían melómanos de los contornos; el mismo Liszt la había visitado alguna vez. Allí inició el joven Karol su formación como pianista de manos de su padre.
UN MÚSICO AUTODIDACTA
A los diez años, sus
padres le envían a estudiar a Elizawetgrad
en la Escuela de Música de Gustav
Neuhaus, y desde 1901 al Conservatorio Estatal de Varsovia, del que más adelante sería director, siendo apartado a la
postre por las intrigas de algunos colegas y la homofobia imperante. Aunque
recibió clases de armonía y composición de la mano de los maestros Zawirski y Noskowski, hay que decir que, en lo que atañe a su faceta como
compositor, su formación fue fundamentalmente autodidacta.
Por aquel entonces
Polonia no era precisamente el mejor país para triunfar en la música clásica.
Por esa razón, y también por su innegable espíritu expansivo, a partir de 1905
Szymanowski decide ampliar su horizonte y realizar estancias prolongadas en
otros países de Europa, y visitar África del Norte, Oriente Medio y América del
Norte. Tales periplos musicales, sobre todo los del área mediterránea,
influirán de forma importante en su forma de ver la música y en la búsqueda de
su felicidad personal.
VIAJERO IMPENITENTE
A sus años de
formación siguieron otros periodos fecundos en creatividad, marcados por la I
Guerra Mundial, la eclosión vital de los años veinte y la década final de los
treinta. Entre 1907 y 1914, Szymanowski viaja frecuentemente a Alemania, Austria,
Italia, Francia e Inglaterra. En 1911 visita Sicilia y en 1914 Argelia y Túnez,
acompañado de su amigo Stefan Spiess. Al igual que hicieron otros
artistas europeos, como el barón Von Gloeden, Oscar Wilde o André Guide,
Szymanowski encuentra en los muchachos mediterráneos y el ambiente relajado en
el que estos se desenvuelven, una fuente de inspiración para su arte.
Con el estallido de
la gran contienda bélica europea de 1914, nuestro hombre se recluye en Tymoszówka,
donde se dedica a estudiar y componer con renovada intensidad. Pero,
desgraciadamente, en 1917 su casa natal es destruida por los bolcheviques y la
familia Szymanowski se ve obligada a trasladarse a Elisavetgrado. Allí, durante
los dos años siguientes Karol cambia la partitura por la pluma. Escribe una
larga novela, Efebos, en la que expresa con enorme sinceridad sus más íntimos
pensamientos y deseos hacia los hombres.
A partir de 1919,
Szymanowski se establece definitivamente en Varsovia. Entre 1920 y 1921 viaja
dos veces a los Estados Unidos, desde Londres, para una gira de conciertos que
tuvieron enorme éxito de público y crítica. Le acompañan para la ocasión su amigo
el violinista Pawel Kochański y el
pianista Artur Rubinstein. Desde
1924 hasta 1926, el compositor recibe merecido reconocimiento en su Polonia
natal, pese a la oposición de la crítica más conservadora. En estos tres años
pasa gran parte del tiempo en París, debido al estreno de algunas de sus obras.
INFLUENCIAS
Tres son los
periodos por los que discurrió su actividad creadora. Sus primeras
composiciones, influenciadas por Frédéric
Chopin y Alexander Scriabin,
poseen esa clase de lírica dominada por un intenso sentimiento de melancolía,
característico de la música romántica. Es en ese momento, a partir de 1905,
cuando aquel joven, rico, guapo y talentoso músico se convierte en un
apetecible caramelo con que élites de ciudades centroeuropeas, Berlín, Leipzig
o Viena, endulzarían sus horas de ocio.
En una segunda
etapa, que abarca desde sus primeros viajes fuera de Polonia hasta la
revolución rusa, el eclecticismo impregna su obra. Durante estos años
Szymanowski entra en contacto con compositores renovadores, como Richard Strauss, Claude Debussy, Maurice
Ravel e Igor Stravinsky, pero también descubre el mundo oriental y
mitológico, plagado de hedonismo mediterráneo, que llega a fascinarle. Es el
periodo más fructífero y original de su carrera, cuando compone su ópera Hagith,
y escribe la novela Efebos.
En su última etapa,
Szymanowski se reencuentra con sus propias raíces. En una Polonia libre tras la
gran guerra, el autor redescubre y reinventa la música polaca autóctona y
dedica parte importante de su tiempo a la escritura y el ensayo musicológico.
Como hiciera Chopin décadas atrás, Karol compone un ramillete de bellas mazurcas
inspiradas en la danza tradicional de su país.
Foto de Jaroslaw Iwaszkiewicz, primo de Szymanowski, inspirada en las poses de Van Gloeden
MÚSICA Y HOMOERÓTICA
Tras sus viajes a
las costas mediterráneas, entre los años 1911 y 1914, Karol empieza a celebrar
su sexualidad y a reflejarla en su música. Su visita a Sicilia le obliga a
cambiar aquella melancolía inherente a su obra inicial, por la alegría
incontenible que estará presente en sus composiciones hasta el final de sus
días. El imaginario que impregna sus partituras, dibujado por los recuerdos de
sus viajes y su vasta cultura bibliográfica, evoluciona desde un lirismo
apasionado hasta el éxtasis de un arte cargado de ambigüedad.
Y es que el lirismo
en la música del compositor polaco parece no tener rival cuando se trata de expresar
los sentimientos del alma enamorada. Evidente es el componente erótico en obras
señeras suyas, que llevan impresa la búsqueda de una homosexualidad libre de
tabúes. Como ocurre en sus Mitos para violín y piano, en los
que se recrean los amores idealizados de los antiguos griegos. O los del Roger de Hauteville de la Sicilia del
siglo XII en su ópera Rey Roger
(1924), un canto a la libertad sexual y de pensamiento. O las referencias a
amores masculinos en la literatura oriental que destilan sus Cantos
de Amor de Hafiz. O su Tercera
Sinfonía, Canción de la Noche,
para tenor solo, inspirada en los poemas del persa del siglo XIII Rumi, donde
Dios y amante son la misma persona.
Además, Szymanowski
escribió mucha música para piano y violín, como su Sinfonía Concertante, dos
Conciertos para violín, Cuatro Estudios, una veintena de mazurcas polacas o las
Metopas.
En su Stabat Máter (1928), la culpabilidad del
catolicismo hacia la homosexualidad aparece dulcificada por un nuevo concepto
de cristianismo redentor inspirado en lo apolíneo. Como obras escénicas hay que
destacar el ballet Harnasie y la ópera Hagith. En opinión de J. Samson, "Szymanowski no adoptó ningún
alternativa minuciosa a la organización tonal... las tensiones armónicas y las
distensiones y el fraseo melódico tienen claros orígenes en procedimientos
tonales, pero... un marco de base tonal está casi o totalmente disuelto."
SZYMANOWSKI EN ESPAÑA
Corría el año 1928
cuando Szymanowski visita España por primera vez y actúa para la Filarmónica de
Bilbao, actuación de la que hay evidencias fotográficas, y en la que, sin duda,
interpretaría sus Dos Canciones Vascas, compuestas hacia el año 1020. La segunda
y última ocasión en que pisa suelo hispano fue durante el año 1933, en Madrid,
para un simposio organizado por la Unesco en la Residencia de Estudiantes, donde
también participaron nada menos que Paul
Valéry, Miguel de Unamuno y
Salvador de Madariaga, entre otros.
Habría que esperar
al mes de noviembre del año 2009, para que el Liceu de Barcelona acogiera el estreno en España del Rey Roger (Król Roger en versión original), ópera
en tres actos, escrita por Karol Szymanowksi en 1924 junto a su primo Jaroslaw Iwaszkiewicz, que fue
estrenada en 1926 en el Teatro Wielki de Varsovia. Dirigida para esta ocasión
por Josep Pons y David Pountney, la ópera, basada en la tragedia griega Bachae de Eurípides, reflexiona sobre la
libertad sexual y el conflicto entre los ideales cristianos y paganos, siendo
la obra en la que se resumen todos los estilos musicales de su autor.
Dos años después
esta ópera llegaba al Teatro Real de
Madrid, en un polémico montaje del
polaco Krzysztof Warlikowsk, que fue
recibido con división de opiniones, entre ovaciones y abucheos. Tal vez se
debiera a que dicho montaje se apartaba de la tradición escénica, al contener
numerosas alusiones a la cultura gay, principalmente al cine de Andy Warhol y Pier Paolo Passolini. Pese a la reacción adversa
del público madrileño más conservador, hay que decir que aquel montaje
contribuía a generar un paralelismo interesante con los mismos principios que
inspiraron la creación de esta ópera, ya que rompía radicalmente con todo lo
expresado en el repertorio operístico clásico. Y es que la libertad sexual y la
curiosidad por conocer lo inexplorado marcaron las líneas de actuación en las
que se gestó esta obra cumbre del genio polaco.
Boris Kochno
LOS AMORES DE KAROL
Como hemos venido
comentando, Karol Szymanowski trató de conciliar sus sentimientos hacia los
hombres con su actividad vital, incluida la musical. Desde muy joven había ido
consignando sus experiencias y reflexiones en poemas y notas guardados
celosamente para su novela Efebos, que no se atrevió a publicar
por no herir los sentimientos de su amada madre. En este tiempo, hacia 1919,
Karol encuentra a su Ganímedes soñado en la persona de Boris Kochno
(1904-1990), un refugiado quinceañero procedente de Moscú del que el compositor
cae perdidamente enamorado.
Boris era un precoz
muchacho, bailarín y escritor en ciernes de origen noble. Él y Karol vivieron
un apasionado romance, que finalizó al año, cuando el joven Kochno se hizo
también amante de Serguei Diaghílev, el célebre mentor de los
ballets rusos. El pianista Artur Rubinstein, amigo de Szymanowski, habla
en sus memorias sobre aquel trío tan peculiar en el que un inquieto muchacho se
veía flanqueado por dos hombres celosos y seducidos. A la postre Boris Kochno
acabaría convirtiéndose en secretario y amante de Diaghílev.
Es fácil suponer que
Boris no fue el único amor de Karol Szymanowski. Tras él vendrían otros jóvenes
que pasaron fugazmente por su vida, como el actor Witold Conti (1908-1944), pionero del cine polaco en los años
treinta, el también compositor Zygmunt
Mycielski (1907-1987), el musicógrafo Tadeusz
Żakiej (1915-1994) o su propio primo lejano, el libretista y escritor Jaroslaw Iwaszkiewicz (1894-1980).
Mucho más duradera fue la relación que tuvo con el joven médico Aleksander Szymielewicz, de la que dan
constancia gráfica algunas fotografías de la época. Szymielewicz desaparecería
trágicamente en el levantamiento de Varsovia en agosto de 1944.
Karol Szymanowski y Aleksander Szymielewicz
EFEBOS
Por desgracia, Efebos,
la novela en la que Karol Szymanowski plasmó sus sentimientos homosexuales, se
perdió en el incendio de Varsovia de 1939 veinte años después de haber sido
escrita, aunque su argumento -los amores
masculinos del príncipe Ali Lowicki en Italia- se conoce gracias a un artículo
de su sobrino el escritor Ivaszkiewicz. Además, uno de sus capítulos, titulado El
Simposio, fue traducido al ruso por Karol como regalo a su joven amante
Boris Kochno y publicado en 1981, entre los papeles de Kochno. Años más tarde
se traduce al alemán, con el titulo de Das
Gastmahl: Ein Kapitel aus dem Roman Ephebos (Berlín, 1993).
ÚLTIMO ACTO
En los últimos años
de su vida Karol Szymanowski recibió numerosas distinciones. En 1927 le
ofrecieron la dirección de los conservatorios de Varsovia y El Cairo. Aunque
posiblemente la capital egipcia reunía mejores condiciones para preservar su
maltrecha salud por culpa de la tuberculosis, Karol eligió la primera, la
ciudad que más amaba. El bienio 1930-31 supuso para el compositor una época de
grandes cosechas y triunfos, desde el nombramiento como rector de la Academia
de Música de Varsovia hasta la obtención del Doctorado Honorífico en la
Universidad Jagiellon de Cracovia, pasando por el estreno en Praga de su Rey Roger o el éxito del ballet Harnasie en la Ópera Garnier de París.
En el año 1937 el
agravamiento de su salud le empuja a trasladarse a un sanatorio de Lausana,
Suiza, donde fallece al poco tiempo, el
29 de marzo. Poco antes de morir, Szymanowski declaraba que nunca se había
arrepentido en su vida de una cosa: de haber amado tanto.
Vídeo presentación de la ópera Rey Roger, de K. Szymanowski en el Liceu de Barcelona
PARA SABER MÁS
Hubert Kennedy. Karol
Szymanowski, his Boy-love Novel, and the Boy he Loved. En revista Paidika
3.3 Amsterdam, 1994.
Stephen C. Downes:
Szymanowski, eroticism and the voices of mythology. London, Ashgate
Publishing, 2003.
Graeme Skinner:
Karol
Szymanowski. En Robert Aldrich, Garry Wotherspoon (editores): Who's who in gay and lesbian history: from
antiquity to World War II. London,
Routledge, 2003.
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