La homosexualidad y la alta costura están tan íntimamente unidas que a veces resulta complicado hablar de una sin pensar irremediablemente en la otra. ¿Será que un hombre gay es capaz de entender mejor la sensibilidad y sensualidad de una mujer que un heterosexual? Al margen de este eterno debate, elegimos en el capítulo anterior a Yves Saint Laurent por otros valores distintos a sus preferencias en la cama. Ha pesado más en nosotros su capacidad de entender a las mujeres mejor que nadie, de haber revolucionado la moda francesa desde el mismo corazón del clasicismo, París, y también, por qué no decirlo, ha influido en nuestra elección el cúmulo de anécdotas que sazonan su vida. Pero no es el único caso. Algunos de ellos, como el gran Christian Dior, llevaron con extrema discreción su homosexualidad. Otros, en cambio, como el no menos genial Versace, nunca la ocultaron. Pero todos ellos tienen en común haber amado a los de su mismo sexo y admirado a la mujer como una diosa a la que dedicaron sus mejores ofrendas.
Pasado el ecuador del siglo XX París dejará de ser el único referente del estilismo europeo. A la capital francesa le sale una dura competidora: la transalpina Milán. Italia consigue crear a partir de los 70 un nuevo estilo en el vestir, elegante y sofisticado, con ciertas dosis de desenfado, que es bienvenido por un público ávido de cambios en las pasarelas. Junto al clasicismo de Giorgio Armani y Valentino, modistos como Moschino, Dolce & Gabbana o Gianni Versace causan furor por todo el mundo con sus diseños vanguardistas, mientras que el país de la haute couture se nutre de audaces diseñadores del estilo de Jean-Paul Gaulthier o Thierry Mugler. Nuevos gurús de la moda -la mayoría de ellos homosexuales-. se suben al carro del prêt-à-porter e inundan con sus colecciones de temporada los escaparates de las principales avenidas de Londres, Nueva York, Tokio, Berlín, e incluso Madrid.
ARMANI,
LA SOBRIEDAD
Nacido en Piacenza, cerca de Milán, un 11 de julio de 1934, a Giorgio Armani se le conoce como decano de los diseñadores italianos de alta costura. Armani se ha distinguido por su dedicación a la ropa masculina, y sus diseños elegantes y sobrios, de líneas puristas y monocromas. Su paleta de colores se limita al blanco, el negro, el gris y el ocre, con diferentes matices. Amante de la fotografía, Armani estudia Medicina en Milán y, tras cumplir el servicio militar, diseña escaparates en los grandes almacenes La Rinascente. Poco después, en 1961, comienza a trabajar con Nino Cerruti, al que abandona en 1974 para crear su propia empresa, donde la producción de diseños de ropa se amplía hacia la perfumería y complementos.
En realidad la creación de la marca Armani, dedicada en un principio a la ropa de hombre, contó con la colaboración de su socio y amante, Sergio Galeotti. Con la llegada a la empresa de su hermana Rosanna, la división amplía su horizonte hacia una moda femenina sensiblemente andrógina. Desgraciadamente, el tándem Armani-Galeotti no duró mucho tiempo, ya que Sergio murió de sida en 1985. Desde entonces, la firma ha seguido una línea uniforme y refinada, modelo de sobriedad, frente al atrevimiento y colorido de que hacen gala otros diseñadores italianos. Sagaz hombre de negocios y de una elegancia proverbial, Armani ha sabido crear ese sello de distinción característico que hace de su apellido una apuesta firme y segura en el mundo de la moda.
De izquierda a derecha: Bruce Hoeksema, Valentino y Giancarlo Giamenti
VALENTINO, LA ELEGANCIA
A sus ochenta años, Valentino Clemente Ludovico Garavani sigue siendo un referente de prestigio como impulsor de la marca de moda y perfumería 'Valentino'. Conscientes de sus aptitudes para la alta costura, sus padres le llevaron con 17 años a estudiarla en el mismo corazón de Paris. Alli trabaja, entre otros, con Balenciaga y Guy Laroche. En 1959 abre su firma en Roma, donde crea un estilo continuista en la tradición de la alta costura, que se acerca más a los clásicos franceses y se aparta del concepto rupturista de otros paisanos suyos afincados en la vecina Milán.
Los vestidos creados por Valentino consiguen destacar los atributos de femineidad, mediante el uso de tejidos lujosos y colores vivos (el rojo Valentino fue un invento suyo), que resaltan la figura de la mujer. En su vida privada ha estado unido sentimentalmente durante doce años al empresario Giancarlo Giammenti, y en la actualidad se deja ver del brazo del guapo ex-modelo y diseñador americano Bruce Hoeksema. La española Nati Abascal ha sido una de sus musas. Aunque ya no está en activo, la marca Valentino sigue siendo sinónimo de glamur.
MOSCHINO, LA TRANSGRESIÓN
Franco Moschino logró revolucionar la alta costura y el diseño desde la provocación y la audacia. Sus creaciones convergen en el punto en el que el color y la innovación, incluso la excentricidad misma, acaban impulsando una nueva moda más atrevida e iconoclasta. Siguiendo la línea de otras marcas, este fascinante diseñador, de carácter singular y genio vivaz, amplió sus dominios, como tantos otros, hacia el terreno de las fragancias y los complementos de moda, con gran éxito.
La muerte prematura de Franco Moschino en 1994 no hizo sino acelerar la inmortalidad de su nombre y su marca con mayor rapidez. El modisto italiano ya se había granjeado en vida la etiqueta de contestatario e irreverente, gracias a sus diseños ingeniosos y provocadores, sus críticas a la industria de la moda y las impactantes campañas de sensibilización social que lanzó en la década de los 90, como la del sida, enfermedad que acabó con su vida. Moschino, que había nacido en 1950, en un pueblecito de la Lombardía, creó su marca en 1983, pero antes ya había estudiado Bellas Artes en Milán con la intención de hacerse pintor. El salto de la paleta a los maniquíes se produjo en 1971, cuando comenzó a dibujar para Versace.
A menudo los diseños de Moschino se han interpretado como una sátira real a la moda del momento y a los propios usuarios de marcas, a quienes el modisto quiso ridiculizar imprimiendo su nombre con letras enormes en todos sus productos. En su burla constante hacia la alta costura, el modisto creaba diseños imposibles, donde, por ejemplo, tan pronto el dobladillo de una minifalda de mezclilla se llenaba de huevos fritos de plástico, como una chaqueta acolchada se decoraba con chapas de botellas, o unos enchufes se usaban como pendientes. Resulta irónico pensar que la misma ropa que Moschino utilizó para reírse de la moda le encumbrara a lo alto de ese mismo olimpo del diseño al que quiso combatir.
Gianni Versace abraza a Antonio D'Amicco
VERSACE, EL RENACIMIENTO
Gianni Versace es considerado el príncipe del renacimiento italiano de la alta costura. Fundador de una de las principales firmas de moda de la actualidad, sus diseños, dirigidos a ambos sexos, se caracterizan por una evidente profusión ornamental y decorativa inspirada en el arte griego y romano, con claros influjos de la imaginaria pop y lo abstracto. Creó un estilo elegante y glamuroso, junto al uso de materiales y técnicas innovadoras, como el aluminio, la tecnología láser o la mezcla de cuero y caucho. De sus manos salieron fabulosos trajes de un eclecticismo sorprendente, mezclando mallas metálicas con tejidos de algodón y encaje plisado o con paneles de transparencias en faldas de cuero que crearon tendencia. También puso de moda las camisas de seda de enormes estampados, los vaqueros de color vivo y chaquetas estridentes que hicieron furor en los años 80. Su primera tienda se fundó en Milán, en 1978, y tuvo un éxito inmediato.
Versace también pasará a la historia por el montaje espectacular de sus desfiles, donde participaban modelos como Linda Evangelista, Naomi Campbell o Cindy Crawford, de quienes se sirvió para crear el concepto de top model. Famosos de todo el mundo, como Madonna, la princesa Diana de Gales, Bruce Springsteen o Elton John siempre le fueron fieles y sus diseños trascendieron la pasarela para incorporarse al vestuario operístico y cinematográfico en Italia y América. Por todo ello obtuvo un óscar de Hollywood.
Había nacido en Reggio di Calabria, un 2 de diciembre de 1946. El 'gusanillo' de la moda le llegó directamente de su madre, Francesca, modesta costurera calabresa, a quien ayudaba a seleccionar piedras preciosas e hilos de oro para bordar vestidos. En 1972 abandona su amada Calabria natal y se instala en Milán, donde estudia arquitectura, aunque se dedicaría por entero al diseño de moda. Tras presentar su primera colección para hombre, se unió a Jorge Saud, quien más tarde sería compañero de Giorgio Armani. En 1982 conoce al modelo Antonio D'Amico, con quien entabla una relación sentimental que duraría quince años, justo hasta la muerte del modisto.
LA MUERTE DEL 'CONDOTTIERO'
La muerte de Versace fue tan trepidante y violenta como a veces transcurrió su propia vida. Años atrás se había trasladado a la inmensa mansión Casuarina en South Beach, Miami, donde vivía con D'Amico. Aquel 15 de julio de 1997 el modisto italiano salió muy temprano para disfrutar de un hermoso día de verano. Vestía pantalón corto, camisa oscura y sandalias y en su billetera llevaba 1200 dólares para sus pequeños antojos matutinos. A su vuelta le esperaba emboscado un chapero de 27 años llamado Andrew Cunanan, quien le asestó a bocajarro dos disparos en rostro y cuello que acabaron con su vida.
El criminal, un asesino en serie que tenía en su haber cuatro delitos similares, se dedicaba a prestar favores sexuales a hombres adinerados en los bares gays. El informe policial de su muerte señala que el tal Cunanan había estado en la casa del modisto varios días antes, algo que no es difícil de creer, dadas las aficiones a los chicos de alquiler que compartían Gianni y su novio Antonio. Acorralado por la policía, el asesino se pegó un tiro para evitar ser capturado, pero el caso, aunque cerrado, sigue arrojando algunas incógnitas que no han sido desveladas y que, probablemente, nunca lleguen a salir a la luz.
La dirección artística del imperio Versace quedó en manos del hermano del diseñador, Santo Versace, y de Jorge Saud, que fuera compañero de Giorgio Armani. El 50% de su fortuna pasó a su sobrina Allegra, hija de Donatella Versace. A su fiel D'Amico, que hoy tiene su propia compañía de moda, le legó una pensión vitalicia de 26.000 dólares mensuales.
En una copa de oro guardada en la ciudad de Como (Lombardía, Ilia) duermen las cenizas de Gianni Versace.
Domenico Dolce y Stefano Gabbana
DOLCE & GABBANA, EL TÁNDEM PERFECTO
Domenico Dolce y Stefano Gabbana representan la combinación perfecta para una marca moderna de prestigio en el diseño de ropa, perfumería y complementos para el hombre y la mujer. Radicada en Milán, sus diseños han cubierto las curvas de artistas de Hollywood como Madonna, Isabella Rossellini, Lady Gaga o Kylie Minogue. La vida privada de estos diseñadores, que formaron pareja sentimental desde que se conocieron, a mediados de los 70, pasó a ser pública en el año 2005, cuando anunciaron oficialmente su ruptura.
Domenico Dolce había heredado de su padre, Saverio, sastre de profesión, su pasión por los trapos. Tras el Bachillerato, estudia diseño y moda en el Istituto Marangoni de Milán, el más antiguo y prestigioso de Europa. Por su parte, Stefano Gabbana había estudiado artes gráficas en Monza, descubriendo poco después su verdadera pasión: la moda. Tras coincidir en una empresa textil, ambos descubren su afinidad personal y profesional, que les impulsa a fundar su propia marca en 1981.
Dolce y Gabbana han sabido preservar el estilo de su sello hasta hoy, definido por algunos como atemporal, ya que no suele cambiar demasiado y se atiene a una línea clásica de distinción y lujo, más asequible y casual en su vertiente etiquetada como D&G. Aunque el amor se fue, quedó la afinidad personal y también el compromiso que, desde siempre, la pareja ha mostrado por la causa gay. Nunca ocultaron sus sentimientos y su sinceridad les ha granjeado el respeto del público tanto homo como heterosexual. La vida de Dolce y Gabbana ha estado marcada por la discreción en contraste con la diversidad de acontecimientos y distinciones que jalonaron su carrera. El año 2004 es uno de los más fructíferos para la empresa, cuando se abre en España la primera boutique D&G.
Calvin Klein y Nick Gruber
AMÉRICA, AMÉRICA
El continente americano, y especialmente Nueva York, ha sabido reivindicar a la postre su espacio en el mundo de la moda y el diseño. Calvin Klein (n. Nueva York, 1942) supuso un paso al frente en lo que a ropa íntima masculina se refiere. Sus ajustados boxers y sus campañas con adolescentes semidesnudos escandalizaron al público más conservador, que le tachó de obsceno y pederasta. Klein no admitió en un primer momento su homosexualidad, a pesar de todo lo que se ha publicado sobre él. Si bien es cierto que tuvo dos fracasos matrimoniales con mujeres, también lo es que ha asistido sin el menor recato a eventos sociales de Nueva York en compañía del jovencito Nick Gruber, que fue modelo erótico gay y a quien en este mismo año 2012 Calvin ha ayudado en su tratamiento de desintoxicación de la cocaína.
Tom Ford
Tom Ford y Richard Buckley
Abiertamente homosexual ha sido siempre, en cambio, su compatriota Tom Ford (n. Austin, Texas, 1961), que se formó en París y Milán, donde trabajó unos años para la firma Gucci, a la que salvó de la quiebra gracias a su enorme talento. Ford ha hecho sus pinitos en el cine como director de la película A single man, basada en la novela homónima de Christopher Isherwood. Vive con su pareja, el periodista Richard Buckley, y no descarta tener hijos algún día no lejano, si logra convencer a su pareja.
Jean-Paul Gaulthier
Thierry Mugler
Karl Lagerfeld
LA NUEVA VIEJA EUROPA
Mientras tanto, la vieja París va cambiando sus tonos elegantes y sobrios por una profusión de color y audacia inusitada. Jean-Paul Gaulthier, auténtico enfant terrible de la costura francesa actual, es quien impulsa con descaro esa moda andrógina y barroca. Gaulthier ha sabido ponerle faldas al hombre, ahondar en el tópico gay del marinero y retratarse a sí mismo como un tipo transgresor y sin complejos. Sus diseños provocadores y ambiguos le han hecho merecedor de un reconocimiento universal como creador de vanguardia. Caso similar es el de su compatriota Thierry Mugler, quien en su paleta creativa es capaz de mezclar estilo clasicista con la fantasía propia de un escenario donde desfilan drag queens y actores porno.
Otro grande de las pasarelas del viejo continente, esta vez alemán, ha sido Karl Lagerfeld. Él mismo se ha considerado siempre un esteta enamorado del siglo XVIII y de su estética barroca. Ha diseñado para marcas como Chanel y Clöe. Su personalidad ambigua y aspecto peculiar de hombre acicalado ha hecho célebres su coleta, sus gafas de sol y los enormes abanicos que suele llevar casi siempre.
Balenciaga
Paco Rabanne
LA Ñ EN LA MODA
La alta costura española dista de ser considerada al mismo nivel de la francesa e italiana, si bien la reputación de sus diseñadores avanza con paso firme. Excepcionales fueron los vascos Cristóbal Balenciaga y Paco Rabanne, que en realidad ejercieron parte importante de su carrera en París. Y lejos quedan los tiempos de aquel inolvidable Pepito Zamora, que también se formó en la capital del Sena y vistió a la tonadillera Concha Piquer. O la pareja formada por los modistos Vargas y Ochagavía, en el Madrid de los 50 y los 60.
Más recientemente, otras parejas de modistos han podido preservar su amor de las agudas garras de la prensa rosa, sin que hacerlo supusiera renegar de su homosexualidad. Nos referimos, por un lado, a Luis Devota y Modesto Lomba, y por otro, a Vitorio & Luchino. Mientras los primeros se dedicaron a diseñar una moda más funcional, incluso después del fallecimiento de Devota, víctima del sida, Vitorio y Luchino han sabido crear un estilo muy personal, más barroco, inspirado en el folklore andaluz.
La estructurada arquitectura de los vestidos diseñados por el cántabro Ángel Schlesser, discípulo de Balenciaga, y la femineidad y el romanticismo que inspira las colecciones de Jesús del Pozo son dos valores en alza para la renovación de la costura española. Sin olvidar a otras jóvenes promesas. Como el rondeño David Delfín, quien, desde su boutique de Chueca, en el corazón más gay de Madrid, representó a una generación de creadores de moda con un sello sobrio, minimalista y peculiar.
David Delfín (derecha) junto a Pelayo
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