Para el mundo occidental el XIX fue un siglo plagado de hallazgos científicos y también arqueológicos. Además, fue el siglo del descubrimiento de la homosexualidad. Gracias a los desvelos de un reducido grupo de artistas e intelectuales europeos, por un lado, y la inestimable contribución de un pequeño círculo de médicos y juristas alemanes, la relación entre hombres dejaba de ser un acto de sodomía para catalogarse como una inclinación "uranista", algo que poco después pasaría a denominarse homosexualidad. Uno de estos hombres excepcionales fue el escritor, poeta y coleccionista de arte norteamericano Edward P. Warren, que marchó a Inglaterra para vivir un sueño en libertad.
Edward
Perry Warren, más conocido entre sus íntimos como Ned Warren, había nacido en Waltham, Massachusetts, un 8 de junio
de 1860. Fue el tercero de seis hermanos de una rica familia bostoniana. Su
padre, Samuel Denis Warren, había fundado en Maine una fábrica de papel, la Cumberland Paper
Mills. Su desahogada situación económica le permitió, entre otras cosas,
estudiar en la Universidad
de Harvard y, poco después, trasladarse a Inglaterra y cursar Estudios Clásicos
en el prestigioso New College de Oxford en el año 1883. Su desinterés por los
negocios familiares le permitió dedicarse por entero a su gran pasión: el mundo
de la arqueología grecorromana y el coleccionismo de arte.
LA
CASA LEWES
A comienzos de 1888, tras la muerte de su padre, Warren
decidió afincarse definitivamente en los alrededores de Londres. Poco antes
había conocido en Oxford a un joven arqueólogo dos años menor que él, John
Marshall, a quien llamaban 'Puppy' sus compañeros de clase. Warren se enamoró
de aquel joven y decidió embarcarse con con él en una estrecha y prolongada
aventura. Ambos convivieron juntos en la residencia conocida como Lewes House,
en la ciudad de Lewes, East Sussex, una gran mansión cuyo espacio se hacía
necesario para albergar las excentricidades de la pareja, que comprendía,
además del interés por las antigüedades arqueológicas y el arte, la afición por
los caballos y los perros.
El 22 de octubre de 1889, desde el hotel donde se
hospedaba, Warren escribe a su amado Marshall las siguientes líneas: "la casa que podemos tener aquí es amplia y antigua,
aunque no muy barata. Sólo tiene tres o cuatro habitaciones soleadas, lo que me
parece suficiente, y un buen número de estancias grandes que dan al norte. Está
en el centro de Lewes y hasta tiene un tranquilo jardín con cocina, cercado,
vivero y establos. También puedes dar un paseo por la orilla del mar. Estoy muy
decidido por ella..." Un año
después Warren alquila la casa y se muda a ella con su amante. Comienza a ver
cumplido su afán coleccionista de obras de arte, que no sólo emprendió para satisfacción
personal, sino también por encargo del Museo de Boston, al que vendía las
adquisiciones de mayor interés.
Ned
Warren, que no gozaba de buena salud, encontró en Lewes House el lugar que le
aportó toda la tranquilidad y el entusiasmo que necesitaba su ánimo. Llenó la
casa de muebles de época, alfombras orientales, tapices y cuadros antiguos. En
la biblioteca se hizo de libros raros sobre el mundo clásico y abrió estantes y
armarios por doquier para albergar sus nuevas colecciones de vasijas, bronces,
marfiles y otras antigüedades adquiridas en sus múltiples viajes a Italia. En
definitiva, la nueva mansión Warren se erigió en anticuario de excepción y
lugar de peregrinaje para los aficionados al arte, quienes la visitaban con
asiduidad desde todos los rincones de Europa.
EL
TERCER BESO DE RODIN
El
círculo de amigos que acudía a Lewes House reflejaba el interés que Warren
ponía en el arte y la arqueología. Largas sesiones y fiestas privadas
congregaban a artistas, intelectuales y poetas de primera fila. Uno de sus
mejores amigos fue, sin duda, el escultor francés Auguste Rodin (1840-1917),
conocido en Inglaterra por su obra Los
burgueses de Calais y también por su grupo denominado El beso, del que se hicieron tres copias. Una de ellas fue realizada
precisamente por encargo de Ned Warren, quien sugirió a Rodin que no disimulara
los genitales del personaje masculino, tal como hicieron los antiguos artistas
griegos y romanos. Esta copia, la más interesante de todas, fue vendida en 1906
por el autor a Warren, quien la colocó en el establo de su casa y
posteriormente la cedió al Ayuntamiento de Lewes en 1914, tal vez debido al
excesivo espacio que ocupaba.
No
habían transcurrido tres años cuando en 1917, nada más morir Rodin, el cabildo
de Lewes creyó improcedente exhibir dicha escultura a los ojos del publico en el
consistorio de la ciudad. De una forma
tan extraña como increíble, El beso
regresó a la casa de Warren. Varias veces cambió de manos esta escultura: entre
1928, año de la muerte de Warren, y 1939. Finalmente fue adquirida en préstamo
por la Tate Gallery
de Londres y comprada en 1955 por el precio de 7500 libras. Allí permanece
en la actualidad, si bien en el año 1999 el ayuntamiento de Lewes preparó una
exposición incluyendo la obra que había sido censurada en su momento.
LA
HERMANDAD DE LOS URANISTAS
Enamorados
del arte y la cultura clásica provenientes de toda Europa se reunían
habitualmente en la Lewes
House, que, además, se convirtió en sede de una compacta hermandad
de hombres con gustos afines, refinados y exquisitos, que cultivaban la pasión
por el arte clásico, la misoginia y un interés más o menos evidente por las
ideas uranistas. El término "uranista", acuñado en 1864 por el
abogado alemán Karl Heinrich Ulrichs, pasó a denominar a un "tercer
sexo", en alusión al hombre atraído por los hombres. Este término tuvo su
mayor arraigo precisamente entre los círculos intelectuales victorianos de
Oxford y Cambridge, a los que pertenecía Warren.
En
un gran salón presidido por la xilografía de Adán y Eva, obra de Lucas
Cranach -hoy en el Instituto de Arte Courtauld- los miembros de esta hermandad uranista se reunían bajo la presidencia
de Warren en un clima de extravagante severidad monástica que pretendía
reconstruir la forma de vida viril de la antigua Grecia, aunque adaptada a la Inglaterra victoriana
de finales de siglo. Una forma de vida que incluía a la pederastia, entendida
como relación de tutela y aprendizaje establecida entre un maestro y su pupilo.
EL
SUEÑO DE NED
A la
creación de esta clandestina asamblea uranista, que halló refugio en la casa de
Warren, contribuyó, sin duda, la condena de Oscar Wilde por sodomía, que tuvo
lugar por aquellos difíciles años. Sin embargo, la pervivencia de la hermandad de Warren
fue efímera, ya que poco tiempo después de su creación tuvo que disolverse ante
el creciente clima social de homofobia que flotaba en el ambiente. El sueño de
recrear un tiempo pasado más acorde con los sentimientos y las pasiones de aquellos
hombres quedó truncado para siempre.
Sin
embargo, pese a este fracaso, Warren no renunció a expresar por escrito todas
sus ideas sobre el uranismo en una extensa obra póstuma en tres volúmenes, A Defence of Uranian Love, firmada con
el seudónimo de Arthur Lyon Raile. En ella propone reconstruir un tipo de
relación entre hombres, similar a la que existía en la Grecia clásica, donde un
varón maduro actuaba como guía y amante de un muchacho más joven. Los
entresijos de aquella hermandad han sido reconstruidos minuciosamente por David
Sox en su libro Bachelors of art
('Bachilleres del arte').
EL
LEGADO WARREN
Bajo
el seudónimo de Arthur Lyon Raile, Warren escribió varias novelas sobre las
relaciones homosexuales, con los títulos de Itamos
(1903) y The Wild Rose (1909), con
ampliada en su edición de 1928, además de un volumen de poesía, Tales of Pausanian Love (1927) y la ya
aludida The Defence of Uranian Love (1928-1930),
publicada en edición privada y otras ediciones más recientes. Con su nombre
real también escribió una historia corta, The
Prince Who Did Not Exist (1900), así como las obras Classical and American Education (1918) y Alcmaeon, Hymermestra, Caeneus (1919), publicadas en Oxford por
B.H. Blackwell.
El
tema dominante de sus escritos es la transferencia de la moral de la Antigua Grecia a la Universidad de Oxford.
En ellos se deja ver su reticencia a regresar a Norteamérica, fundada en el
rechazo del feminismo y el cristianismo, que estaban allí fuertemente arraigados,
y que, en su opinión, eran hostiles a la restauración del uranismo. Consideraba
las relaciones entre adultos y jóvenes como elemento forjador de la persona, no
como gratificación lujuriosa. Solamente justificaba las relaciones sexuales
como un aspecto formativo de la construcción del carácter de los futuros
hombres. En su filosofía del amor no había lugar para el afeminamiento y la
igualdad, imperante en las modernas teorías de la liberación homosexual. Y las
mujeres (lesbianas o no) carecen de un papel participativo en este asunto, ya
que apenas si existen para él.
Entre
1885 y 1910 Ned Warren vendió muchos objetos clásicos al Museo de Boston, entre
los que figura un notable grupo de vasijas con escenas homoeróticas, que no
fueron mostradas al público hasta 1964. Entre ellas destaca una de las mas
importantes y originales vasijas de arte romano conservadas, que, al tomar el
nombre del mismo Warren, lo inmortalizó para la historia. La copa (skyphos) fue adquirida en 1999 para el
British Museum londinense, donde se custodia en la actualidad. Tiene la
particularidad de ser la única copa de plata que representa el acto sexual
entre dos hombres. Al parecer, Warren la compró en 1911 por 2.000 libras a un comerciante
que la trajo de un lugar cercano a Jerusalén, junto a un lotte de monedas del
emperador Claudio. Los investigadores creen que fue encargada a un orfebre
griego entre el año 1 y el año 15 d.C., bajo el reinado de Nerón.
La Copa Warren, como se le conoce en todo el mundo, posee una espléndida factura. Se conserva en excelente estado, aunque le faltan las asas, y muestra una iconografía sorprendentemente atrevida. Cincelada en un bajorrelieve de gran realismo, sus motivos estaban dirigidos a sugerir temas de conversación durante las veladas festivas. Por uno de sus lados presenta la escena de un barbudo adulto (erastés) penetrando a un joven (erómenos) que se sujeta a un soporte del techo, mientras otro joven -un esclavo probablemente- mira subrepticiamente detrás de una puerta. En el lado opuesto se muestra a otra pareja masculina practicando el coito anal, esta vez jóvenes los dos. Ambas escenas se encuentran ambientadas entre ricos ropajes e instrumentos musicales, que evocan un entorno sociocultural elitista, hedonista y helenizante.
UN
AMOR FALLIDO
John Marshall fue su gran amor de carne y hueso. Con él formó
Warren una relación muy profunda y duradera, desde 1988 hasta 1907. Casi veinte
años de algo más que una simple hermandad, ya que lo compartían todo, incluido
la afición por la arqueología clásica y la defensa de las ideas uranistas.
Fueron las presiones sociales las que hicieron que Marshall se alejara de su
inseparable compañero, cuando decidió casarse con la prima de Warren. El golpe
sufrido por nuestro coleccionista fue tan fuerte, que jamás llegó a reponerse
del todo, abandonando desde aquel momento su interés por las obras de arte y
dedicándose a la escritura casi por entero.
Aunque
dos años más tarde escribiría en un libro algunos elogios y requiebros
dedicados a un tal Harry Thomas, el
hombre que ocupó el corazón de Warren al quedar huérfano de amor, la mayor
parte de sus poesías eróticas las dirige a su siempre amado John. La fatalidad
uniría el destino final de los que en su día fueron grandes amantes. Marshall
falleció en 1928, poco antes que Warren, quien murió tras una operación fallida
el 28 de diciembre de aquel mismo año, dejando tras de sí un legado
imprescindible para ahondar en el estudio de la historia de la homosexualidad.
Sus cenizas fueron enterradas en un cementerio civil de Bagni di Lucca, Italia, un lugar celebre por los restos de unos
baños romanos. De esta forma pudo descansar eternamente en el suelo que
albergara en su día aquella admirada civilización que idealizó sobremanera y a
la que tanto amó.
PARA
SABER MÁS:
Warren,
Edward Perry, A Defence of Uranian Love,
editado por Michael Matthew Kaylor, London, Valancourt Books, 2009.
Sox,
David, Bachelors of Art: Edward Perry
Warren & the Lewes House Brotherhood. London, Fourth Estate, 1991.
Williams,
Dyfri. The Warren Cup. British Museum
Objects in Focus series. London, British Museum Press, 2006.
Burdett, Osbert y E.H. Goddard, Edward Perry
Warren: The Biography of a Connoisseur, London, Christophers, 1941.
Stewart,
Iain Jeremy, Putting the pieces in place
: the collecting practices of Edward Perry Warren (1860-1928) and the Museum of
Fine Arts, Boston. Masters thesis, Concordia University, 2003.
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