La dinastía de los Borbones, instaurada en España a partir del siglo XVIII, está plagada de sombras que la historia oficial ha intentado ocultar o resaltar a conveniencia. Muchas de estas historias atañen a la sexualidad de sus protagonistas: reinas, reyes, príncipes y demás miembros de la familia borbónica que destacaron por sus devaneos extramatrimoniales o por seguir conductas sexuales poco ortodoxas. Entre los muchos episodios "malditos" sobresalen los nombres de dos personajes masculinos, cuya evidente homosexualidad fue advertida tanto en la corte como fuera de ella. Se trata de Francisco de Asís de Borbón, rey consorte de Isabel II, y su nieto Luis Fernando de Orleáns.
En el año 1830 nacía
la niña Isabel, hija del rey Fernando
VII, monarca absolutista donde los haya, y de su cuarta mujer, María Cristina. Cuando sólo contaba
tres años de edad sucede a su padre, muerto en 1833, actuando de regente la
reina madre, María Cristina. Y, cosas de la monarquía, recién cumplidos los
trece la infanta es declarada mayor de edad y sube al trono con el nombre de
Isabel II.
LA REINA NINFÓMANA
A pesar de su niñez
difícil, Isabel era una chica vivaracha y despierta, poco dada a
intelectualidades. Su carácter jovial, unido a su pasión por los placeres
carnales, le hizo pasar por mujer de bandera y hasta ninfómana. Lo cierto es
que se trajinó a grandes hombres de la corte y a otros que, sin ser
influyentes, escondían considerables atributos. Fue el regente del Reino,
general Francisco Serrano
(1810-1885), a quien la reina llamaba "el General Bonito", quien
primero la lanzó a los brazos de Eros, en un episodio un tanto desafortunado en
que el militar consumaría la violación de la joven, abusando de su confianza,
si bien Ricardo de la Cierva cree que quien primero desfloró a la reina fue su
preceptor, el político progresista Salustiano
Olózaga (1805-1873).
El historiador José
Luis Comellas esbozó el semblante de Isabel II como una mujer desenvuelta, castiza
y espontánea, en la que el humor y el rasgo amable se mezclaban con la
chabacanería y la ordinariez; apasionada por la España cuya secular corona
ceñía y también por sus amantes. Mucho más irreverente se muestra Valle Inclán en La corte de los milagros,
cuando dice: “la Católica Majestad,
vestida con una bata de ringorrangos, flamencota, herpética, rubiales,
encendidos los ojos del sueño, pintados los labios como las boqueras del
chocolate, tenía esa expresión, un poco manflota, de las peponas de ocho
cuartos.” Pero es el historiador Carlos Fisas quien tal vez más anécdotas
recoge de esta reina.
¡CON PAQUITA, NO!
Una vez en el trono,
el matrimonio de la joven reina se convierte en asunto de estado, con trasunto
internacional. Las potencias europeas maniobraron para no alterar las alianzas
e intereses concertados que daban estabilidad a la Europa de entonces. Francia
e Inglaterra renunciaron a sus candidatos en la Conferencia de Eu,
dejando la puerta abierta al matrimonio con otro miembro de los Borbones. Entre
las distintas posibilidades, se escogió la peor, la que sin duda no se ajustaba
en absoluto a las veleidades amorosas de la reina. Se guardaba así la pureza de
sangre de la dinastía borbónica.
Así, se decide casar
a Isabel con un primo carnal suyo, por
partida doble, Francisco de Asís de Borbón y Dos Sicilias, hombre
apocado y poco interesado en los asuntos del reino. Algunos hablaban de su
evidente afeminamiento como un obstáculo. Nunca había estado con mujeres y en
su haber contaba con sospechosas amistades masculinas. Posiblemente su elección
se apoyaba en estas mismas premisas para garantizar su no injerencia en la
política del estado. Otra cosa bien distinta es que aquel matrimonio,
concertado por el gobierno de España, fuera del agrado de la reina, quien llegó
a decir a su madre la víspera de su boda: “He
cedido como reina, pero no como mujer. Yo no he buscado a este hombre para que
fuese mi marido; me lo han impuesto y no lo quiero”. Al final Isabel tuvo
que pasar por el aro que le tendieron los políticos y aceptar este enlace, que
se celebró el 10 de octubre de 1846, justo el mismo día en que la novia cumplía
dieciséis años. El novio tenía veinticuatro.
El pueblo español,
siempre dado a caricaturizar a sus gobernantes, era consciente de la
homosexualidad del rey consorte, y por eso se referían a él con lindezas tales
como "Paco Natillas" o "Paquita". La misma Isabel
II, cuando le comunicaron el nombre del candidato con quien habría de desposar,
llegó a exclamar horrorizada: "¡No. Con "Paquita" no!".
General Francisco Serrano
Así las cosas
podemos imaginarnos que en el matrimonio de conveniencia acordado entre Isabel II y Francisco de Asís de Borbón hubo
más cuernos de lo acostumbrado. La noche de bodas fue un completo desastre y
así siguieron las vísperas sucesivas. La reina, con su habitual desparpajo,
aludiendo a la primera experiencia con Francisco en el tálamo nupcial, llegó a
decir: "¿Qué podía esperar yo de un
hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes en la camisa que yo
misma?"
Poco después del enlace Francisco de Asís
conocería a Antonio Ramos Meneses,
un guapo galán con quien mantendría una larga y discreta relación. Mientras, la
reina se entregaba a los hombres que poblaban la corte, sobre todo militares.
Amantes suyos fueron, además del mencionado general Serrano y de Olózaga, otros
muchos varones, en un largo listado que los historiadores suelen resaltar.
Algunos de ellos fueron músicos o intelectuales, como su maestro José Vicente Ventosa, expulsado de
la corte por razones de peso, ya que la infanta era menor de edad; su maestro
de canto, el mallorquín Francisco
Frontela; los cantantes José Mirall
y Tirso Obregón, cuyas varoniles
voces embelesaban a la reina; o el compositor Emilio Arrieta, autor de la célebre zarzuela Marina.
Entre la larga nómina de romances que se le atribuyen figuran personajes tan variados como un dentista estadounidense llamado McKeon, su primo Carlos Luis de Borbón, carlista convencido, que le doblaba la edad, o un turco-albanés a quien en 1870, cuando aún estaba con su amante oficial Marfori, se dirige en sus misivas como "Jorge de mi alma" pidiéndole cosas como esta: "Quiero que tú reposes de tus fatigas en mi pecho, que se abrasa de amor por ti".
Miguel Tenorio
GARAÑONES EN PALACIO
Isabel tuvo otros amoríos más duraderos,
entre los que destacan: Manuel Lorenzo
de Acuña, Marqués de Bedmar; el escritor y político Miguel Tenorio, amante 'oficial' entre 1858 y 1865, nombrado
secretario privado de la reina en 1859, y el capitán José María Ruiz de Arana, más conocido como "el Pollo
Arana", a quien la reina ascendió a coronel y regaló el titulo de vizconde
de Mamblás y la Cruz Laureada de San Fernando. Años antes, entre 1848 y 1856,
la reina tuvo un amante de excepción: el capitán Enrique Puigmoltó y Majans, Conde de Miranda. A Puigmoltó se le atribuye
la paternidad del futuro rey Alfonso XII,
hasta el punto de que la misma reina llegó a decirle una vez: "Hijo mío, la única sangre Borbón que
corre por tus venas es la mía".
Los últimos amantes estables de Isabel le
acompañaron en su exilio parisino. De su brazo salió de España el sobrino del general Narváez, Carlos Marfori y Calleja, gobernador de
Madrid y Ministro de Ultramar. Hasta 1880 convivió con ella en el palacio
Basilewski de París y en agradecimiento la reina le nombró marqués de Loja. En
los seis años siguientes, hasta 1886, le relevó en la cama el capitán de
artillería José Ramiro de la Puente,
marqués de Alta Villa, y, por último, el húngaro Josef Haltmann, que se metió en el corazón de Isabel, hasta la muerte
de esta, el 9 de abril de 1904. Por fin pudo la reina descansar con las piernas
juntas, como diría un ocurrente ingenio de la corte.
La familia real con la reina madre María Cristina
FAMILIA NUMEROSA
Y
es que los incansables devaneos de Isabel II tuvieron como resultado doce
embarazos (10 partos y 2 abortos). Sólo sobrevivieron cinco de los hijos
nacidos, debido probablemente a la forzada endogamia de los cónyuges, siendo
así que los pocos que salieron adelante vivos con toda probabilidad nacieron de
relaciones extramatrimoniales. Aunque inscritos como legítimos, era vox populi que todos los supervivientes fueron bastardos, si bien el rey consorte recibía su
consiguiente millón de reales cada vez que los presentaba como propios en la
Corte.
Cinco fueron los
infantes supervivientes. Isabel, alias
“La Chata”, nacida el 20 de diciembre
de 1851 e hija del comandante José Ruiz de Arana. Le siguió Alfonso, futuro Alfonso XII, nacido el 28 de noviembre de 1857, apodado
“El Puigmoltejo”, por ser hijo del teniente de ingenieros Enrique Puigmoltó. Después
nacieron Pilar y Paz, respectivamente en 1861 y 1862,
hijas ambas de Miguel Tenorio, que vivió junto a la segunda infanta en un
palacio de Múnich desde 1890, tras casarse esta con el príncipe Luis Fernando de Baviera. Por último,
también fue hija de Tenorio la infanta Eulalia,
nacida el 12 de febrero de 1864, uno de cuyos hijos combatió junto a Franco en
la Guerra Civil española, representando más tarde a Don Juan de Borbón bajo la
dictadura franquista.
Viñeta del libro Borbones en pelota, donde se representa a Isabel II a punto de ser penetrada por uno de sus amantes mientras su marido es sodomizado por un preboste eclesiástico.
Según parece, a la
evidente homosexualidad del rey consorte había que añadir el padecimiento de
una rara enfermedad congénita, denominada hipospadia,
que consistía en la deformación del canal de la uretra, cuyo orificio estaba
situado en el tronco del pene, en lugar del extremo del glande, como es lo
habitual. El pueblo de Madrid, aunque desconocía este extremo, en cambio sabía
de la forma en que Francisco de Asís orinaba habitualmente, lo que unido a su
afeminamiento, expresaba en coplillas como esta que circulaban por Madrid y España
entera: "Paco Natillas / es de pasta
flora. / Y mea en cuclillas / como una señora." O esta otra: "Gran problema hay en la corte: /
Averiguar si el consorte / cuando acude al excusado, / mea de pie o mea
sentado". O esta:"Isabelona,
/ tan frescachona. / Y Don Paquito, /
tan mariquito..."
Coplas similares,
con sus consiguientes caricaturas, fueron editadas en el libro Los
Borbones
en pelota, firmado con el seudónimo Sem (abreviatura de Semen). En él se muestra la imagen de la reina
fornicando a diestro y siniestro con personajes influyentes de la corte,
mientras su marido asiste resignado a los devaneos pornográficos de su
esposa, tocado con una monumental
cornamenta, masturbándose o sodomizado por algún preboste del reino.
Se suele atribuir la autoría de este panfleto a los
hermanos Bécquer (el poeta Gustavo
Adolfo y el dibujante Valeriano Bécquer), aunque los investigadores Jesús Rubio
y Joan Estruch opinan que pertenecen a la obra de un pintor republicano radical
llamado Francisco Ortego. Realizado
hacia el año 1868, en el tiempo de la revolución llamada La Gloriosa, sigue la
línea de algunos panfletos satíricos clandestinos, como El Murciélago, que
denunciaban las corruptelas de la monarquía en tiempos de Isabel II. Aunque
prohibido, el libro tuvo una cierta repercusión en la época y ha permanecido
censurado. Incluso en tiempos recientes ha sido retirado de las librerías, a
pesar de su publicación en 1991 en
Madrid, por la editorial El Museo
Universal y poco después, en 1996,
reeditada también en Madrid, a cargo de la Compañía
Literaria.
Viñeta del libro Borbones en pelota, donde se representa a Isabel IIcon sus amantes y a la izquierda a Francisco de Asís, con cornamenta.
PACO NATILLAS
La complicidad de
Francisco de Asís e Isabel II en asuntos de cama era tal que en cierta ocasión
le comentó a su regia esposa que tuviera cuidado con el Pollo Arana, su amante,
porque le estaba poniendo los cuernos. Por lo demás, la vida marital de los
cónyuges fue un fracaso y una pantomima cara a la galería. La reina seguía
acostándose con media corte y engendrando hijos bastardos, mientras su marido
se dedicaba a organizar cacerías con nobles del reino, rodeado de apuestos
varones. Entre los muchos lances sobre el rey consorte, cuentan que cuando el
general O'Donnell se despedía de Isabel II antes de partir a la guerra de
África, en 1860, y al comentarle la reina que de haber sido hombre, ella le habría
acompañado, Francisco de Asís añadió: "¡Lo
mismo te digo, O'Donnell, lo mismo te digo!".
Un sólo episodio nos
habla de un celoso Francisco de Asís , aunque probablemente se tratara de un
montaje que perseguía el apartamiento de Puigmoltó. El 26 de abril de 1857 el rey consorte intentó forzar la entrada
a los aposentos de Isabel II acompañado del general Urbiztondo, con el pretexto
de demostrar el adulterio de ésta con Puigmoltó. El general Narváez, que estaba
custodiando la antecámara, les impidió el acceso y tras la refriega que hubo
Urbiztondo mató al marqués de los Arenales, y Narváez hirió mortalmente al
asesino con su espada. Aunque ambas muertes se declararon naturales, Narváez,
que era un hombre digno, dimitió de la Presidencia del Gobierno para no tener
que firmar el ascenso antirreglamentario de Puigmoltó a instancias de la reina.
No todo fue tan gris
y anecdótico en la vida del consorte de aquella Isabel II, llamada por algunos
“la de los Tristes Destinos”. La faceta
como mecenas de Francisco de Asís Borbón y Dos Sicilias es prácticamente
desconocida y poco valorada, aunque fue constante su preocupación por el
embellecimiento de muchos monumentos de la capital de España, que gracias a él
fueron restaurados y puestos en valor.
EL FIEL MENESES
Francisco de Asís Borbón tuvo una larga existencia en la que llegó a contemplar desde el exilio en Francia, pasando por la muerte de quien se suponía su hijo, Alfonso XII, la llegada de la República, hasta la restauración monárquica en la persona de su nieto Alfonso XIII.
Frente a la evidente
promiscuidad de Isabel II, su esposo mostró mucha mayor fidelidad en sus
amoríos. De hecho sólo se le llegó a conocer un amante oficial a lo largo de su
vida. Se trataba de Antonio Ramos de
Meneses, a quien los historiadores llaman, por ese mismo motivo, “el fiel
Meneses”. Cuando en 1868 Isabel II es derrocada y exiliada a Francia, los
cónyuges se separan, aunque viven en lugares próximos entre sí: la reina en
París junto a su amante Carlos Marfori y Francisco de Asís junto a Meneses en
Épinay-sur-Seine, donde fallece en 1902, dos años antes que la reina.
LOS ÚLTIMOS DÍAS
Las dificultades
económicas que pasaron Francisco de Asís y su fiel Meneses provocaron que el
Borbón denunciara a su esposa Isabel ante los tribunales parisinos reclamándole
una pensión, a la que tenía derecho. Isabel, que poseía una de las mayores
fortunas de Europa y que había conseguido sacar de España todas sus joyas y
pertenencias, se vio obligada a pasarle a su marido una pensión anual de
150.000 francos. Además, Francisco de Asís la chantajeaba constantemente con no
reconocer a sus hijos putativos.
Pero el amor que
Francisco de Asís sentía por su amante y compañero iba más allá del dinero.
Justo antes de que estallara la revolución Gloriosa, el verano de 1868
consiguió de Isabel II, aún reina, que convirtiera a Meneses en Duque de Baños,
con grandeza de España de primera clase, título que fue confirmado por Alfonso
XII en 1875. Por si esto no fuera suficiente, en 1984 chantajeó a su reina y
esposa una vez más, consiguiendo que el papa Pio IX otorgara a su adorado
compañero la Gran Cruz de la Orden de Cristo.
La historia, que es
muy cruel a veces, pone a cada cual en su sitio. La última ironía de este
reinado tan extraño y peculiar, en una España gris que comenzaba a desperezarse
de su letargo de siglos, tuvo que ver con el mismo enterramiento del esposo de
Isabel II. Francisco de Asís de Borbón fue inhumado en el Monasterio del
Escorial, en el Panteón de los Reyes, pero junto a las reinas consortes.
PARA SABER MÁS:
Carlos Fisas, Historia de las Reinas de España. Vol. 2: La Casa de Borbón. Barcelona, Planeta, 1990.
José Luis Comellas, Isabel II. Una reina y su reinado. Barcelona, Ariel, 1999.
Juan G. Atienza,
Isabel II:
la reina caprichosa. Madrid, La Esfera de los Libros, 2005.
Josep Carles Clemente, El pecado original de la Familia Real
Española. Barcelona, Styria, 2007.
José María Zavala,
Bastardos
y borbones. Barcelona, Plaza & Janés, 2011.
Sem, Los
Borbones en pelota. Madrid, El Museo Universal, 1991. Reeditado en:
Madrid, Compañía Literaria, 1996 (censurado).
Algunas de sus viñetas pueden verse en la siguiente dirección: HYPERLINK "http://www.wikiblues.net/los-borbones-en-pelota" http://www.wikiblues.net/los-borbones-en-pelota
Algunas de sus viñetas pueden verse en la siguiente dirección: HYPERLINK "http://www.wikiblues.net/los-borbones-en-pelota" http://www.wikiblues.net/los-borbones-en-pelota
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